Cuando leas estas líneas el virus SARS-CoV-2 habrá contagiado a más de 77 millones de seres humanos, habrá matado a 1,7 millones y más de 43 millones se habrán curado. 2020 ha sido el año de las cifras, y detrás de esos números hay nombres y apellidos. Todos conocemos a personas que han muerto por el coronavirus y esas muertes forman parte ya de nuestra experiencia emocional colectiva. En los primeros meses tras el estallido de la pandemia hubo iniciativas para recordar, aunque fuese de forma virtual, a los seres queridos que se fueron. La imposibilidad de acudir a despedir a nuestros muertos se convirtió en noticia, en una noticia que por extraña parecía pasajera. Han pasado casi 10 meses y las cifras –y las lágrimas– siguen aumentando.

A pocas horas de que comiencen los días claves de las fiestas navideñas, os queremos recordar algunas de las iniciativas digitales creadas para que no olvidemos lo que está ocurriendo. Empecemos en EE. UU. con la doctora Claire Rezba. Conmocionada por la muerte de Diedre Wilkes, una compañera suya de 42 años, Claire decidió poner en marcha un sencillo homenaje a los trabajadores de la salud que fallecían a causa del coronavirus. ¿Dónde? En la red social Twitter bajo este perfil US HCWs Lost to Covid19. ¿Cómo?, publicando unos breves obituarios acompañados de una fotografía del fallecido. En pocas semanas, entre marzo y abril, el número superó el centenar. Hoy, su “página apolítica” que sirve de recuerdo a los sanitarios tiene más de 1.500 nombres. El último que aparece es el terapeuta respiratorio Harlan Stricklin, de 53 años, fallecido el pasado 14 de diciembre. “Era un bromista nato que hacía que todos se sintieran como el número uno, incluso sus perros. Estaba totalmente sano”. A la dedicatoria le acompañan dos fotos, con su traje de médico y con su familia.

En esa interminable lista de tuits hay psiquiatras infantiles, médicos de familia, farmacéuticos, pediatras, neonatólogos, internistas, terapeutas ocupacionales, coordinadoras, enfermeras, radiólogas, trabajadoras del servicio de atención al paciente, voluntarios de hospital y un largo etcétera de profesiones vinculadas con los cuidados sanitarios. Cada uno con su foto. De todas las edades y orígenes, un mosaico de servidores que duele repasar.

En España, la doctora Raquel Gimeno, que trabaja en el SUMMA112 (Servicio de Urgencias Médicas de la Comunidad de Madrid), intentó una iniciativa similar a la de la médica norteamericana en su perfil personal de Twitter. Entre otras noticias, recuerda a sus colegas fallecidos y retuitea mensajes de condolencia por la muerte de trabajadores de la salud. Bajo el hashtag #NoSonUnNumeroMas además de despedir y recordar, se pueden poner mensajes de ánimo al personal sanitario. El último recuerdo publicado es para Federico Domínguez, pediatra neonatólogo del Hospital de Talavera de la Reina (Toledo), fallecido por COVID.

Recordar la dimensión de la tragedia

Otra de las plataformas es Covid Memorial, un lugar donde compartir recuerdos de seres queridos perdidos por la pandemia “y fomentar medidas de salud pública que puedan prevenir más muertes en el futuro”, explican en su web, donde se recopila contenido público de amigos y familiares de fallecidos durante estos diez meses de pandemia. Bajo el epígrafe ‘No olvidado. No solo un número’, aparecen esquelas con comentarios de allegados. “Mary Louise Williams era una madre ingeniosa con 11 hijos. Gran cocinera y fashionista a la que no le importaba vestirse mal, y mi primera amiga mayor. La extraño hasta lo más profundo”. Esta es la dedicatoria que una amiga ha escrito hace tres semanas. Casi 200.000 personas habían muerto antes que ella en EE.UU. “Demasiadas”, comenta la conocida de Mary. Pone la piel de gallina ir bajando el cursor y cargando páginas y páginas llenas de personas a las que el virus se llevó.

Para ayudar a entender la tragedia provocada por el coronavirus, el desarrollador de software Matt Korostoff puso en marcha en junio el proyecto 100.000 Faces –ahora se llama 200.000 Faces–, donde una inteligencia artificial (IA) ha generado miles de rostros que siguen las estadísticas de fallecidos por edad, género y raza en Estados Unidos. Como no hay fotos públicas de todos los muertos por el virus, el promotor ha obtenido rostros de bancos de imágenes generados por IA y luego las ha adaptados con un programa informático para ser fiel a las estadísticas oficiales de fallecidos. “Los rostros de esta página ni existen ni han existido nunca. Tengo la esperanza de que esto permita a los visitantes entender la dimensión de la pandemia. Mientras se desplaza, intente suspender su incredulidad ante estas imágenes virtuales y considere a la persona real que simboliza cada foto: la vida que vivieron, la forma en que murieron y la familia que dejaron atrás”, explica en la web.

En España se crearon, durante los primeros meses algunas acciones virtuales de reconocimiento a los fallecidos por la COVID-19, que al final han quedado en casi nada. Algunas empresas funerarias han colocado en sus páginas web guías para saber afrontar un duelo en este año incierto y extraño, o han plantado árboles en recuerdo de los muertos por el coronavirus. En Japón, varias compañías ofrecen visualizar los ritos funerarios de un ser querido a través de la aplicación de video Zoom y la posibilidad de enviar dinero de condolencia a través de un códigos QR adjunto al obituario.