‘Las muertes en Estados Unidos se acercan a 100.000. Una pérdida incalculable’. Así tituló el diario The New York Times su edición del pasado 24 de mayo. Debajo, a seis columnas, aparecían los nombres de 1.000 fallecidos por el coronavirus, un homenaje a los miles de muertos de esta pandemia en EE. UU.. Con las cifras actualizadas, hoy son casi 2.100.000 los diagnosticados y más de 115.000 los fallecidos. Aquella portada fue una representación de la variedad de vidas perdidas en una de las mayores crisis sanitaria que ha sufrido el ser humano.
Las cifras de esta tragedia no dan respiro. En el mundo, cada hora que pasa, los contagiados suben. Ahora nos acercamos a los 8 millones de personas. De los muertos, más de 430.000, podemos imaginar sus vidas dependiendo de dónde vivan, de su edad, pero poco más sabemos de ellos. Conocemos algún detalle de los que tenemos cerca pero su rostros parece que se pierden. La distancia social y las restricciones que ha habido para velatorios y entierros han convertido las despedidas en actos de soledad y escaso acompañamiento.
El proyecto 100.000 Faces ha surgido en EE. UU para hacer un reconocimiento a esas miles de personas que se han ido por culpa de la COVID-19. Como no hay fotos de todos los fallecidos, un programa de inteligencia artificial (IA) ha generado miles de rostros que siguen las estadísticas de fallecidos por edad, género y raza. De esta forma, el mosaico de caras representaría fielmente a esos fallecidos. El objetivo del desarrollador de software Matt Korostoff es montar un monumento como los creados tras la Guerra de Vietnam o los atentados terroristas del 11-S. Como los registros de defunciones del Gobierno “brindan datos incompletos y los resultados de las pruebas de laboratorio son anónimos”, explica el promotor, ha obtenido los rostros de un banco de imágenes generado por IA y luego las ha envejecido con otro programa informático para adaptarse a las estadísticas de las fuentes oficiales. Las caras que se muestran no son reales, pero pretenden acercarnos a la realidad. Así, ha usado 300 fotos que ha ido repitiendo de forma aleatoria hasta llegar a las más 100.00 caras. Y ha hecho el reparto con las cifras oficiales: por ejemplo, un 15 % de esas fotografías serían rostros de latinos, de los que el 60 % son hombres.
Aunque la idea parece un poco rocambolesca, la intención de Korostoff es que en el futuro se pueda construir un memorial adecuado para las víctimas de la COVID-19 con la aportación voluntaria de los familiares de los fallecidos por la pandemia.