En España, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) tienen una prevalencia de alrededor del 4,1 y el 4,5 % entre los 12 y los 21 años, según datos de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia. Precisamente, los jóvenes son quienes más utilizan las redes sociales.
¿Cómo influyen las redes sociales en la promoción de desórdenes alimenticios?
María Velasco, nutricionista especializada en Trastornos de la Conducta Alimentaria, asegura que las redes sociales “pueden afectar muchísimo a la salud mental de una persona”. “Hay muchas cuentas de Instagram que promueven Trastornos de la Conducta Alimentaria y no es ningún juego, es muy peligroso, es una enfermedad que mata, pero también quiero dejar claro que con un buen acompañamiento profesional a través de expertos en TCA, se sale y la recuperación total existe”, añade.
“Para que nos hagamos una idea de que es un tema muy urgente y debemos darle más visibilidad, cinco de cada 100 personas en España padece un TCA y tiene el índice de mortalidad más alto de todos los trastornos mentales, por encima de la depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia, etcétera”, advierte María. Al tiempo que remarca que “hay estudios que están demostrando que la red social que más afecta a la salud mental y especialmente a la imagen corporal de las personas es Instagram, porque es una red social que todo es imagen, cuerpos ‘perfectos’, entornos idílicos... y eso genera un gran malestar en personas que están predispuestas a padecer un TCA o ya lo padecen actualmente”.
Precisamente esta nutricionista está detrás de la cuenta de Instagram @mariavelasco.nutricionista (con más de 25 mil seguidores), encaminada a divulgar la recuperación del TCA y mejorar la relación con la comida, luchando contra los contenidos nocivos que a menudo tienen lugar en esta red social.
El retorno de la delgadez extrema
Todo esto se produce en un contexto en el que el movimiento body positive –que pone en valor la diversidad corporal– parece quedar relegado a un segundo plano. En su lugar, la industria de la moda da la impresión de rescatar de nuevo el encumbramiento de los cuerpos excesivamente delgados.
La mirada se posó especialmente en las Semanas de la Moda de 2022, donde varios medios especializados advirtieron sobre la presencia mayoritaria de modelos sumamente delgadas sobre la pasarela. La edición británica de la revista Glamour publicó un reportaje pormenorizado donde analizaron las cifras concretas de apariciones de modelos de tallas grandes en los desfiles:
- En la Semana de la Moda de Nueva York, 110 diseñadores presentaron sus desfiles. Solo 27 de ellos incluyeron modelos de tallas grandes.
- De las 4.400 modelos que desfilaron en New York Fashion Week, 49 eran de tallas grandes.
- En la Semana de la Moda de Londres tuvieron lugar 100 desfiles de grandes diseñadores. De ellos, 15 contaron con modelos de tallas grandes.
- De las 4.000 modelos que desfilaron en London Fashion Week, 45 eran de tallas grandes.
- En la Semana de la Moda de Milán fueron 60 los diseñadores que presentaron sus desfiles, donde nueve de ellos contaron con modelos de tallas grandes.
- Milan Fashion Week contó con un total de 2.400 modelos, 15 de tallas grandes.
- En la Semana de la Moda de París, de los 80 diseñadores que celebraron desfiles, nueve contaron con modelos de tallas grandes.
- Fueron 3.200 las modelos que se subieron a la pasarela de Paris Fashion Week, solo 33 de tallas grandes.
Además, algunas importantes cabeceras de la industria de la moda han anunciado el retorno de una tendencia con mucha fuerza en los años 90: el heroin chic. Según el trabajo académico “Los Trastornos de la Conducta Alimentaria: evolución histórica y situación actual”, que analiza estudios históricos sobre TCA, estas enfermedades aumentaron significativamente en los años noventa.
La citada investigación anota que entre 1998 y 1999, España fue el país europeo con mayor incidencia de anorexia y bulimia. Y añade que “los casos de anorexia y bulimia se han quintuplicado en los últimos años”.
En marzo de 2022, Bella Hadid, una de las modelos más renombradas en la actualidad, confesaba en una entrevista para la edición americana de Vogue que durante la última década ha batallado contra los trastornos de la conducta alimentaria. En concreto, confesó que en el instituto almorzaba tres frambuesas y una rama de apio.
Su relato sirvió para dar vida a una tendencia viral en TikTok donde más de 50.000 personas utilizaron un audio con su voz diciendo “mi nombre es Bella Hadid” para publicar vídeos promocionando la delgadez, con comportamientos como saltarse comidas o pasar hambre para perder peso. En respuesta, surgió otra oleada de críticas a esta tendencia de contenido por “glamurizar” los TCA, de la que se hizo eco la cabecera británica Daily Mail.
También se desataba la polémica cuando en la pasada Gala MET, Kim Kardashian apareció en la alfombra roja con un vestido que vistió en su día Marilyn Monroe. Kardashian declaró haberse sometido a una estricta dieta para perder siete kilos en tres semanas, con el objetivo de enfundarse la prenda de vestir original que luciría apenas 10 minutos antes de cambiarse por una réplica hecha a medida.
La imagen dio la vuelta al mundo y se viralizó en redes. Y, con ella, el mensaje transmitido por una persona con más de 336 millones de seguidores en Instagram sobre cómo hacer sufrir a tu cuerpo solo con el objetivo de lucir una prenda de vestir en un evento.
De hecho, la actriz estadounidense Lili Reinhart (con 28,3 millones de seguidores en Instagram) criticó públicamente en sus redes sociales la conducta de Kim Kardashian con el siguiente mensaje: “Por favor dejad de apoyar a estas estúpidas y dañinas celebrities cuya imagen gira por completo en torno a su cuerpo. Está mal. (…) Admitir públicamente que te has matado de hambre por el bien de la MET Gala. Cuando sabes muy bien que millones de jóvenes te admiran y escuchan todas tus palabras”. Y añadía: “Pasar por la alfombra roja y hacer una entrevista donde dices lo muerta de hambre que estás, porque no has comido hidratos en un mes... ¿todo para caber en un puto vestido?”.
Cae la edad de los TCA en España
La Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) anota que el mayor perfil de riesgo para desarrollar un TCA en nuestro país son las mujeres, adolescentes y que practican deporte con altas exigencias. Estos trastornos son más frecuentes entre la población femenina. En concreto, la proporción de hombres es de uno por cada nueve mujeres.
Si bien son susceptibles de manifestarse a cualquier edad, la adolescencia es la etapa de mayor riesgo. De un tiempo a esta parte, la mayor incidencia se situaba entre los 12 y los 18 años, pero ACAB asevera que cada vez surgen más casos con una edad de inicio más baja, en torno a los 8 o 9 años.
¿Las razones? “La presión social para adelgazar, las redes sociales, la necesidad de ser aceptado y la preocupación por un ideal estético delgado asociado al éxito social, familiar y profesional podrían ser factores que explicaran esta mayor vulnerabilidad fisiológica a presentar un TCA de las mujeres jóvenes”, recoge la página web de ACAB.
A toda esta compleja ecuación hay que sumar el impacto de la pandemia de COVID-19 y el confinamiento sobre la salud mental. Según el Colegio Oficial de Psicología de Madrid, la prevalencia de los TCA incrementó a consecuencia de la pandemia entre la población joven. Señalaban a los siguientes factores para el desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria:
- El colapso del sistema sanitario provocó que muchos casos de TCA no pudieran ser atendidos, siendo esencial la detección precoz.
- Tuvo lugar una sobre atención al estado físico y la alimentación, pues el control sobre el cuerpo y la comida ejercieron como mecanismos de regulación emocional frente a la incertidumbre.
- Las redes sociales como elemento de distracción entre los jóvenes, donde gran parte del contenido giró en torno al ejercicio físico en casa, una buena alimentación e ideales de belleza inalcanzables, derivando en una obsesión para muchos jóvenes y adolescentes.
- La preocupación por la salud y las prácticas por alcanzarla.
El impacto de las redes sociales en la percepción de la imagen corporal
La abundancia de contenidos en redes sociales sobre el culto al cuerpo, al ejercicio y la alimentación saludable no solo alientan el desarrollo de anorexia o bulimia. Estos no son, en absoluto, los únicos trastornos de la conducta alimentaria que existen. Hay muchos más, entre los que cabe citar la vigorexia, si bien no está reconocida como un trastorno alimentario estrictamente, sino más bien como un trastorno mental.
La vigorexia apela a la obsesión por conseguir un físico atlético y musculoso y se calcula que afecta a unas 700.000 personas en España, tal y como apuntan desde el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona.
En redes sociales, abundan también los contenidos que glorifican la tonificación muscular. Vídeos de rutinas, comparaciones del antes y el después y consejos nutricionales para alcanzar cuerpos concebidos como “perfectos” están a la orden del día en estas plataformas.
Otra grave consecuencia derivada de las redes sociales es la obsesión por el uso de filtros que distorsionan las facciones faciales. Esta forma de percibir la realidad a través de la pantalla ha traído consigo un peligro al alza: cirugías para parecerse más a dichos filtros. De hecho, en Estados Unidos más de la mitad de las operaciones estéticas se encaminan a salir mejor en las fotografías.
Las redes sociales y su relación con los TCA
Un informe de The Wall Street Journal sobre una investigación interna de Facebook e Instagram reveló que un 32 % de chicas aseguraron que cuando se sienten mal con su cuerpo y acuden a Instagram, esta plataforma les hace sentir peor.
Pero esto no es todo, sino que la ciencia respalda la afirmación de que las redes sociales son un factor de riesgo para propiciar trastornos de la conducta alimentaria. Por ejemplo, mediante foros y perfiles de redes sociales camuflado como Ana y Mia, incitando a la anorexia y la bulimia respectivamente.
El artículo científico “Uso de redes sociales y riesgo de padecer TCA en jóvenes” encuestó a 108 jóvenes de entre 18 y 30 años. Los resultados obtenidos mostraron una relación significativa entre la frecuencia de uso de redes sociales y tener una experiencia negativa en el uso de las mismas, con el riesgo de padecer un trastorno de la conducta alimentaria.
Dicho estudio concluyó que las redes pueden ser un “factor de riesgo para el desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria”, aunque apuntaba que son necesarias más investigaciones al respecto.
Otra revisión sistemática titulada “Influencia de las redes sociales sobre la anorexia y la bulimia en las adolescentes” analizó nueve estudios con una muestra de 2.069 adolescentes –un 75,3 % mujeres– con una media de edad de 18 años. Su conclusión fue que las redes “promueven cánones de belleza basados en la delgadez, permiten la comparación entre iguales incrementando la preocupación por el peso y crean espacios que fomentan los trastornos de la conducta alimentaria”. Añade la publicación que “las redes sociales influyen en el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria y al promover la extrema delgadez en las chicas, las hace más vulnerables”.
Un análisis de contenido cualitativo publicado en la revista científica Plos One examinó mil vídeos de TikTok de diez hashtags populares relativos a la comida, el peso y la nutrición, cada uno de los cuales superaba los mil millones de visitas. La mayoría de dichas publicaciones presentaban una visión normativa del peso, con menos de un 3 % codificadas como peso inclusivo.
La conclusión del estudio fue que el contenido de esta red social relacionado con la alimentación “puede contribuir a comportamientos de desórdenes alimenticios e insatisfacción corporal en los jóvenes que son los usuarios predominantes de TikTok”.
¿Qué hacer al respecto?
En España, la Ley Rhodes, una Ley orgánica de protección integral a la infancia y a la adolescencia frente a la violencia, aprobada en 2021, incluyó nuevos delitos por conductas realizadas en internet y medios de comunicación. Entre ellos, contempla castigo penal para la incitación a los trastornos alimenticios entre menores de edad.
A nivel autonómico, Cataluña también aprobó en 2019 un decreto ley para modificar el código de consumo, con el objetivo de sancionar la apología de la anorexia y la bulimia en internet.
Por su parte, Instagram incluye las palabras anorexia y bulimia entre sus conceptos censurados. Sin embargo, si se escriben con un error gramatical se saltan fácilmente los controles. En este sentido, la red social ofrece a los usuarios la opción de denunciar una publicación ajena indicando como motivo que fomentan los trastornos alimenticios.
Consejos para evitarlo
La nutricionista María Velasco remarca las siguientes recomendaciones para evitar que las redes sociales detonen o empeoren la recuperación de un TCA:
- Dejar de seguir todas aquellas cuentas que promuevan estereotipos de belleza, gordofobia, cultura de la dieta, TCA, etc.
- Consumir cuentas que muestren diversidad corporal, puesto que es muy importante ver cuentas que nos enseñen otras realidades que no sean tan normativas, nos ayuda a normalizar otro tipo de cuerpos que también son válidos y nos ayuda a revisar el concepto de belleza.
- Si interesan cuentas sobre la salud como nutricionistas, psicólogos, etc., comprobar quién hay detrás de la cuenta que se va a seguir. Es decir, cerciorarse que sea un lugar seguro libre de dietas, libre de gordofobia, no-pesocentrista, con una mirada más integrativa y holística de la salud.
- Limitar el uso de las redes, es decir, realizar un consumo saludable y evitar los filtros, porque es una herramienta muy peligrosa en cuanto a desarrollar dismorfia corporal, además de comprobar si aquellas personas que estamos viendo sus publicaciones, usan filtros, para entender que lo que estamos viendo, no es una realidad al 100 %.
- Desarrollar un espíritu crítico de todo lo que vemos, porque las redes sociales solo nos muestran una parte de la vida de esas personas y solo nos enseñan lo que quieren que veamos.
- Por último, si ves alguna publicación que promueve TCA, Instagram ya ofrece la opción de poder denunciarlo.