En China se toman todo muy en serio. Y las cuestiones de la vista parece que mucho más. Las autoridades educativas de la potencia asiática creen estar seguros de que en las edades escolares la excesiva exposición a las pantallas tiene como consecuencia mayor índice de miopía: un 60% de los estudiantes de instituto y un 38% de los escolares de Primaria no ven de lejos como deberían. En la universidad aún es peor, los miopes son casi el 80%. Hace 60 años, la población china miope oscilaba entre el 10 y el 20%.

Según la agencia de noticias Xinhua, la provincia costera de Zhejiang planea limitar los deberes a través de aplicaciones de móviles y tabletas electrónicas. El objetivo es que no más del 30 por ciento de las tareas de Primaria y Secundaria se hagan con dichos dispositivos, cada día más usados en las escuelas. Así se pretende reducir la miopía infantil y juvenil un 0,5 por ciento anual hasta 2023.

En China y también en España cada vez es más habitual que los profesores manden deberes a través de aplicaciones de móvil y que las tutorías y otras comunicaciones entre los maestros y los padres también se realicen utilizando herramientas tecnológicas de mensajería. El Ministerio de Educación chino va a prohibir estas prácticas en un intento por volver a una educación más a la antigua usanza: tareas a mano y comunicación cara a cara.

Hasta no hace mucho se pensaba que el aumento de miopes tenía que ver con las horas de estudio o de lectura pero parece que la lista de motivos puede incrementarse. Curiosamente, en 2007 el optometrista Donald Mutti, del Colegio de Optometría de la Universidad Estatal de Ohio, realizó una investigación durante cinco años con más de 500 niños de 8 y 9 años de edad que tenían una visión sana. Cuando terminó, uno de cada cinco menores había desarrollado miopía. El experto concluyó que los miopes habían pasado mucho menos tiempo que el resto al aire libre. Vamos, que la luz del sol –no la de los móviles– produce una dopamina intraocular a través de las células amacrinas de la retina bloqueando el alargamiento del ojo durante su desarrollo y evitando que crezca la miopía. Otro investigador, el australiano Ian Morgan, de la Universidad Nacional de Camberra, asegura que los niños necesitan pasar alrededor de tres horas por día bajo niveles de luz de al menos 10.000 lux para estar protegidos contra la miopía, una cantidad de luz similar a la que recibiríamos permaneciendo bajo la sombra de un árbol en día de verano. Una oficina o un aula bien iluminadas no superan los 500 lux.

Las autoridades chinas deberían analizar también las horas al aire libre que pasan sus estudiantes. Además de quitarles el móvil, quizá deban hacer más excursiones. En los últimos años el número de personas con miopía se ha duplicado en EEUU y Europa y se ha incrementado aún más en Asia. Algunas estimaciones apuntan que al final de esta década hasta un tercio de la población, es decir, 2,5 mil millones de personas sufrirán de este defecto en la visión.