La primera vez que entras en la aplicación pareces estar ante la clásica casa de apuestas deportivas online, aunque con una apariencia más juvenil. El funcionamiento es idéntico: apuestas por el resultado de seis eventos deportivos, atendiendo a los partidos de La Liga, la NBA, o la reciente Kings League capitaneada por el streamer del momento, Ibai Llanos. Si no atiendes a los partidos, no pasa nada, la aplicación tarda apenas unos minutos en enviar su primer push -esa notificación que te llega al teléfono móvil-. Lo hace de forma recurrente durante todo el día. También durante toda la noche.

Fueron precisamente esas notificaciones las que alertaron a muchos padres y madres de la capacidad de atracción de Omada, una app de libre acceso en las plataformas de descarga a las que sus hijos prestaban cada vez más atención. Una alternativa a las aplicaciones de apuestas donde la única diferencia con las clásicas Bet365, Betfair o Leovegas es que no se usa dinero real: se usan diamantes, dinero ficticio.

La controversia no es nueva. Ya ocupó la actualidad a finales de la década pasada, cuando la aplicación Playfullbet actuó como una puerta de entrada al mundo de las apuestas que juega con capital simbólico. Las consecuencias: miles de adolescentes que entrenan los mecanismos de las apuestas online, sin conocer lo que puede acarrear.

Laura Cuesta, experta en educación digital y profesora universitaria, explica el germen de su alcance mediático: “Lo que ha asustado a las familias es cómo los menores recibían notificaciones a todas horas del día, incluso de madrugada, ya que incluye partidos de la NBA”. Ese push es muy explícito: “Levántate y haz tu apuesta”. Las notificaciones se convierten así en “un refuerzo secundario que conduce a la adicción. Te mantienen alerta y te atraen para terminar de llegar al objetivo en la plataforma”.

La aplicación, de origen francés y creada en un entorno donde las leyes son muchos más estrictas que la legislatura actual de nuestro país, explicita un modelo que sirve de cantera para las aplicaciones de apuestas. No es casual que la gran mayoría de aplicaciones relacionadas en los centros de descarga den el salto: se juega con dinero real. Tampoco es difícil eludir los escasos controles de edad, ya que basta con asegurar que tienes más de dieciocho años a una ventana emergente o hacer una captura de pantalla del documento de identidad de un adulto.

Estas apps aprovechan la escasa madurez de la legislación en el apartado digital para guiar a los jóvenes hacia el ecosistema de los juegos de apuestas. Ante la pregunta de si pueden servir como cantera, la respuesta de Cuesta es científica: “Indiscutiblemente, sí. Es peligroso porque genera en niños y jóvenes el conocimiento suficiente para comprender cómo funciona el juego de azar, que luego lo normalizan en sus conductas y lo interiorizan como una manera fácil y rápida de conseguir dinero. Esto es lo que nos encontramos en el servicio PAD (Prevención de Adicciones en adolescentes y jóvenes)”.

Como palanca para llegar a su público, las aplicaciones usan a los influencers para convencer a los adolescentes de dar el primer paso. Con su connivencia, como el tweet que publicó @DjMaRiiO, o sin ella, esquivando la ley para incluir los partidos de Kings League (basta con no publicar ningún logo de la competición).

La versión oficial de Omada es que consiguen que muchos adolescentes jueguen a través de su aplicación eludiendo las apuestas reales, en lugar de usarla como trampolín hacia las casas de apuestas.

¿Realmente es tan peligroso el mecanismo de las apuestas?

La psicóloga y psicoterapeuta especializada en niños, adolescentes y adultos, Lola Álvarez-Romano, reflexiona al respecto: “La combinación de casas de apuestas y adolescencia siempre suele ser fatídica. Muchos de los adultos con problemas de ludopatía empezaron a apostar en su juventud”.

Álvarez-Romano advierte que el desarrollo cerebral de los adolescentes se encuentra en un periodo de gran transformación, “tanto del lóbulo frontal, encargado de funciones ejecutivas, como el sistema límbico, donde nacen las conductas que producen emociones fuertes”. Una etapa formativa donde hay mayor impulsividad y menor control, de ahí que las conductas adolescentes sean, en ocasiones, incomprensibles para una mente adulta.

Pero no todo va conectado a lo físico. “El gambling tiene, además, otra vertiente psicológica que aumenta su atractivo en esta etapa del desarrollo. Por naturaleza, los adolescentes buscan desafiar la autoridad parental y ganar independencia. La posibilidad de “ganar mucho dinero” les alimenta la fantasía de igualarse a los adultos y gestionar su destino. Conquistar la suerte -“Lady Luck” en inglés- se traduce como no necesitar a sus padres y poder valerse por sí mismos”.

La mejor prevención, la información temprana

Al respecto de qué hacer ante la proliferación de casos y ante las aplicaciones que eluden la ley del juego de 2022, Cuesta señala que el mejor camino es “la conversación temprana”, la prevención. Explicarles a los adolescentes desde muy pronto cómo funcionan estas aplicaciones, qué pretenden y los riesgos que implican.

Para Cuesta “no hay que esperar a darles la primera tablet o smartphone, sino que puedes educarles con tiempo. Insistirles en que conocer mucho un juego o un deporte no les hace ser mejor ante una apuesta, ya que interviene sí o sí el azar. Si un personaje famoso, influencer o streamer les asegura que el dinero vendrá rápido o tendrás éxito seguro, que no hagan caso. El dinero rápido no existe”.

Por su parte, Álvarez-Romano pone el foco en prestar atención a los cambios de conducta para detectar cualquier problema psicológico. En su opinión, una aplicación así, sencillamente, “no debería estar permitida”.