Cien jugadores en un autobús volante preparados para saltar a una isla y solo puede quedar uno. Esto es lo primero que te encuentras cuando entras en el mundo Fortnite. Los cien están online, cada uno en su casa, pero pueden optar por jugar en solitario o en grupos de hasta cuatro personas, los conocidos como dúos o escuadrones.
Este es el punto de partida del videojuego más popular en los últimos años. La metodología es muy sencilla: caes, buscas armas y equipamiento y te pones un objetivo: sobrevivir a los ataques del resto y también a una tormenta que va estrechando su cerco y cercenando la "vida" de los jugadores a su paso. Y todo lo que veas se puede romper para recolectar materiales y hacer construcciones que te protejan.
Fortnite lleva dos años siendo una sensación a nivel mundial, desde los más pequeños hasta los que ya no lo son tanto, pasando por celebridades que repiten en público los famosos bailes que forman parte del juego. Fortnite requiere cooperación, organización y atención, y exige a los jugadores actuar de forma rápida y autónoma.
Algunos especialistas señalan que el juego potencia la capacidad de gestionar problemas en grupo y planificar y rectificar ante circunstancias cambiantes, mejorando la atención y la concentración, pero otros advierten de las consecuencias negativas que puede tener el juego y señalan alteraciones del comportamiento, trastornos del sueño o un descenso del rendimiento escolar. Es por ello importante estar alerta y, como con cualquier videojuego, supervisar a los menores, ponerles límites y asegurarse de que estos hagan un uso responsable del juego.
- La fórmula secreta
¿A qué se debe este éxito? Fortnite ha conseguido unir dos de las plataformas más atractivas. Por un lado, un videojuego battle royale, una modalidad dinámica y sencilla de juego rápido en el que mueres fácilmente pero inmediatamente te incorporas a una nueva partida. Por otro, la propia plataforma se ha convertido en una especie de red social, una comunidad de jugadores que conectan y se relacionan mientras se entretienen.
Fortnite es la plataforma social preferida de la generación Z, por delante de Instagram o Facebook, según un estudio del National Research Group (NRG), y los jóvenes lo consideran ya un estilo de vida: "Es un espacio social único", asegura Grady Miller, vicepresidente de estrategia e innovación de NRG.
Más allá del juego, la plataforma ha cobrado vida propia. Por ejemplo, Epic Games, propietaria de Fortnite, organizó un concierto en directo en pleno juego del DJ Marshmello que contó con más de 10 millones de espectadores.
Además, es un juego gratuito, 'free to play', que Fornite monetiza cobrando por nuevas skins (trajes) o bailes, pero esas adquisiciones no aportan ninguna ventaja sobre el que no quiera gastarse el dinero.
Epic Games ingresa unos 300 millones de dólares al mes y cuenta con una comunidad de unos 250 millones de usuarios, según la agencia de investigación de mercado Superdata. Para estimular la participación, organiza numerosos torneos con suculentos premios en metálico. Kyle Giersdorf, un estadounidense de 16 años, se embolsó en julio 3 millones de dólares al ganar el Campeonato del Mundo de Fortnite, donde se repartieron 30 millones de dólares en premios. Por ponerlo en perspectiva: el vencedor del Tour de Francia gana 580.000 dólares y el campeón de Wimbledon ingresa 2,9 millones de dólares.
Esta revolución ha disparado también el negocio del vídeo online y las retransmisiones en directo (streaming). Jugar lleva a buscar tutoriales en YouTube para desbloquear los desafíos del juego o simplemente sentarte a ver cómo juega un profesional. Por ejemplo, la plataforma Twitch (propiedad de Amazon) disparó su tráfico con el auge del Fortnite, donde algunos streamer llegaron a acumular casi 15 millones de suscriptores.