Volver a conducir tras los meses de inactividad al volante es muy posible que haya supuesto en muchos conductores un “reset” mental, en virtud de los cual determinados automatismos hayan desaparecido. Este efecto puede ser bueno o malo. Retomar la conducción tras estos meses requiere pasar un periodo de adaptación, que no debe servir para ignorar las buenas prácticas adquiridas con el paso del tiempo, porque de ser así vamos a aumentar el riesgo de manera significativa.
He empezado citando la velocidad porque la DGT ha hecho públicas las cifras de infracciones detectadas a lo largo de una campaña al efecto llevada a cabo durante una semana. La velocidad siempre hemos dicho que es un agravante, tanto para que se produzca un accidente, como para agravar las consecuencias del mismo. Sin embargo, pocas veces es causa determinante y sí se presenta habitualmente como causa concurrente. Lo que no podemos olvidar es que la conjunción de una velocidad alta con otro tipo de infracciones y conductas poco seguras va a llevarnos a tener en caso de accidente unas consecuencias muy graves. La reanudación de nuestra actividad al volante debe tener como prioridad retomar una actitud preventiva, volver a automatizar las buenas prácticas y todo ello con independencia de si el tráfico es más o menos denso.
Hemos comprobado como la vuelta a la circulación nos ha sorprendido gratamente con unos niveles de circulación más bajos que los de antes del confinamiento. Ello puede llevarnos al error de que podemos circular más rápido, no tenemos que extremar tanto la atención o que podemos relajar otros extremos, como el de no ponernos el cinturón. Si la reducción del riesgo objetivo la compensamos asumiendo otros de manera más o menos intencionada, el resultado de la ecuación va a ser peor y el incremento del riesgo exponencial.
Tenemos una oportunidad de oro para reflexionar sobre nuestras aptitudes y actitudes al volante y la reflexión nos debe llevar a ser lo más activos posible en conductas seguras. Tampoco debemos dejar en segundo plano operaciones de mantenimiento tan vitales como la revisión de las presiones de los neumáticos y en general del óptimo estado del vehículo que, tras la inactividad, habrá visto deterioradas muchas de sus características. Es fundamental mantener la atención constante, adaptar permanente la velocidad a las circunstancias de la vía, mantener una distancia de seguridad adecuada y llevar a cabo con absoluta seguridad y solvencia los adelantamientos. Se trata en definitiva de lo que se ha tratado siempre; cumplir las normas y efectuar una conducción segura.
Circular más deprisa por una carretera convencional, consultando el móvil o con cualquier otra distracción aumenta el riesgo de tener un accidente por velocidad inadecuada, que esa sí es una causa determinante mucho más frecuente que el exceso de velocidad y sus consecuencias son las mismas.