Hay que remontarse a 1964 para encontrar la primera prueba de un SRI o Sistema de Retención Infantil a contramarcha, en un test llevado a cabo en un Volvo P444 bajo la tutela de la administración sueca. La idea surgió de la posición que llevaban los astronautas del programa espacial de la NASA. Debido a las fuerzas G a las que eran sometidos durante el despegue, su posición estaba dirigida a repartir tales fuerzas a lo largo de toda la espalda y reducir las aceleraciones en el cuello. Ya en aquel test se puso de manifiesto la diferencia de eficacia que mostraba la colocación a contramarcha frente al sistema tradicional.
En 1975, el protocolo sueco de regulación estableció la homologación T-Approval, en el que se medían las fuerza G en la cabeza y en el pecho, y realizó una comparación entre ambos valores.
La entrada en vigor de la normativa europea ECER44 permitió en Suecia, país en el que hasta entonces sólo se usaban sillas a contramarcha, que se empezaran a comercializar sillas a favor de la marcha, con un ligero repunte en la mortalidad infantil en accidentes de tráfico. El problema es que la normativa europea no establecía límites de aceleración para la cabeza.
Tommy Pettersson, jefe del laboratorio de choque VTI (dependiente de la administración sueca) creó en 2009 el Plus Test, una prueba voluntaria que garantiza la eficacia del SRI.
Como no podía impedir el uso de SRI en el sentido de la marcha, al menos deba un dato objetivo de la diferencia entre ambos. El Plus Test es más exigente con el SRI, tanto en la velocidad de impacto, como en la deceleración y establece dos grupos: Las sillas para niños de hasta 18 Kg para las que establece una fuerza de hasta 1.220 Newtons y para niños de hasta 25 kg con una fuerza de hasta 1.640 Newtons.
El test mide las denominadas Neck-forces, que valoran la fuerza de estiramiento del cuello, causa principal de lesiones en los pequeños. Los resultados son inapelables. Los sistemas a favor de marcha generan una fuerza de estiramiento hasta siete veces mayor que los sistemas a contramarcha. La causa está en la anatomía del niño, que cuenta con una desproporción entre el tamaño de la cabeza y el del cuerpo mayor que la de un adulto. La diferencia es que los sistemas a favor de marcha multiplican por cinco el riesgo del niño en sufrir lesiones.
Las lesiones más comunes de los pequeños entre 0 y 12 años en accidentes de tráfico son en la columna (54%) y en la cabeza (20%). Estas lesiones se producen en su mayoría en choques frontales o fronto-laterales que es el tipo de impacto más común en los accidentes.
Así, con estos datos sobre la mesa, la recomendación de los expertos es que los niños viajen a contramarcha el mayor tiempo que sea posible.