Cerca de 1.000 millones de niños y niñas, de los 2.200 millones que habitan en el mundo, viven en alguno de los 33 países con alto riesgo climático, entre los que se encuentran la República Centroafricana, Nigeria, Guinea y Guinea Bissau.

Así lo afirma el Índice de Riesgo Climático para la Infancia de Unicef, donde España ocupa el puesto 117, de un total de 163, por lo que presenta un nivel medio-bajo. Este índice califica a los países en función de la exposición de los menores a situaciones climáticas extremas.

Además, evalúa su vulnerabilidad a estos fenómenos atmosféricos en función del acceso que tengan a los servicios esenciales. Por ello, los niños de estos 33 países se enfrentan a los problemas climáticos con una gran vulnerabilidad a causa de servicios inadecuados.

Unicef ha elaborado un documento titulado 'La crisis climática es una crisis de los derechos de los niños: Una introducción al índice de riesgo climático de los [[LINK:EXTERNO|||https://compromiso.atresmedia.com/temas/ninos-1|||niños]]', donde recoge los principales problemas climáticos utilizados para elaborar el ránking.

Entre los principales fenómenos ambientales y meteorológicos se encuentran las inundaciones costeras y fluviales, las enfermedades transmitidas por vectores, los ciclones, la contaminación del aire y por plomo, la falta de agua y las olas de calor.

En este sentido, Unicef afirma que, si bien prácticamente ningún niño se abstiene de padecer al menos uno de estos fenómenos, cerca de 850 millones (un tercio del total), habitan en lugares donde al menos cuatro fenómenos coinciden en el tiempo.

Por otro lado, el informe explica que aquellos países con menos emisión de gases de efecto invernadero padecen las mayores consecuencias del cambio climático. De este modo, los 33 países de mayor riesgo para los niños producen el 9% de las emisiones mundiales de CO2.

Sin embargo, es posible reducir el riesgo de los niños a través de la mejora del acceso a sus servicios esenciales como el agua, el saneamiento, la salud o la educación. Así, se aboga por aumentar la inversión para su adaptación climática y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Finalmente, el informe solicita que los jóvenes sean incluidos en las negociaciones locales, nacionales e internacionales y se garantice que la recuperación de la pandemia sea verde, inclusiva y con bajas emisiones de CO2.