Una investigación realizada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) ha analizado las heces de tres especies de pingüinos de la Antártida (de adelia, barbijo y papúa), para descubrir la frecuente presencia de microplásticos en dicha península.

Las muestras procedían de sucesivas expediciones emprendidas desde 2006 en un rango cercano a los 500 kilómetros en esta zona antártica. Por este motivo, los resultados evidencian el hecho de que la basuraleza ha llegado a los sitios más insospechados de la tierra.

Los microplásticos, denominados así por su tamaño inferior a cinco milímetros, eran en su mayoría polietileno y poliéster; por su parte, el 30% de las muestras presentaron, además, fibras de celulosa.

La presencia de estos microplásticos puede deberse a dos orígenes. El primero es la propia basura que generan las bases antárticas, aunque esto es poco probable debido al tratamiento tan estricto que reciben para garantizar su separación.

El otro posible origen, por tanto, es que procedan de otras partes del planeta, arrastrados por corrientes marinas o a través de la propia cadena trófica. Se trata de un material con poca densidad, fácilmente transportable a través de los ríos o por medio de los fenómenos meteorológicos.

En este sentido, se estima que el total de plásticos que desembocan en los mares y océanos cada año es de 13 millones de toneladas, mientras que, entre cinco y 50 billones de microplásticos posiblemente se encuentren en sus ecosistemas.

Del mismo modo, la superficie de los microplásticos supone un transporte eficaz para todo tipo de microorganismos, lo que supone, a su vez, el caldo de cultivo para la transmisión de infecciones o enfermedades.

Con ello, la ingesta directa de los microplásticos afecta significativamente a los animales filtradores, como los cetáceos, que no pueden diferenciar este material del plancton. Su ingesta les produce una falsa sensación de saciedad, pero terminan muriendo por inanición.

En el caso de los pingüinos, no existen evidencias de este posible efecto, pero si se conoce que otros contaminantes orgánicos presentes en el polietileno u otros tipos de compuestos afectan a su sistema endocrino.

Finalmente, los investigadores también han apreciado una presencia de daño genotóxico en los pingüinos, que se materializa a través de malformaciones en los eritrocitos, pero tampoco se ha confirmado que esté relacionado de forma directa con estos compuestos.