Hasta ahora solo les pedimos que nos ayuden, que nos hagan la vida más fácil. Son mascotas o asistentes bajo nuestro control. Siempre están dispuestos y no se ponen enfermos. Últimamente queremos, además, que sean más humanos, que nos comprendan y empaticen. Los robots están apareciendo en los informativos durante la emergencia sanitaria de la COVID-19 por sus trabajos en telemedicina, desinfección, toma de temperatura, testeo de coronavirus o transporte. Todavía es pronto para que compartamos con ellos la barra de un bar, el banco de un parque o mesa en la oficina. Es verdad que tienen sus minutos de gloria porque en realidad se lo merecen. Nos están echando una mano en la pandemia. Pero ¿qué pasaría si los droides fuesen críticos con los humanos? ¿podemos sentirnos ofendidos por el comentario de una máquina? Si un robot ‘piensa’ es porque le hemos enseñado a reaccionar. Un reciente estudio ha evidenciado que unas palabras despectivas de un robot o un insulto pueden herir nuestros sentimientos.

Quizá sea el momento de interiorizar que los robots no tienen porqué estar todo el día dorándonos la píldora. O tal vez no debamos enfadarnos. Sabemos que son máquinas, que no tienen conciencia. Fei Fang, científico especialista en software de la Universidad de Carnegie Mellon (EE.UU.), ha estudiado la interacción entre un humano y un robot en un entorno de no cooperación y ha demostrado que aquellas personas que recibieron comentarios negativos por parte de los droides obtuvieron peor nota en la tarea que estaban realizando. Lo comprobaron a través de un juego.

El casi medio centenar de participantes en el estudio compitió en un juego con Pepper, uno de los robots diseñados para relacionarse con las personas. Es un humanoide creado para hacer recomendaciones, ayudar a las personas a encontrar exactamente lo que buscan o vender. Hablamos de la robótica social, una disciplina que profundiza en que el contacto humano-droide sea más cercano, en que sean más hábiles socialmente. Sigamos con el juego. Hay un defensor y un atacante. Humano frente a máquina. Al principio, los comentarios del robot podían ser positivos sobre la actitud del humano pero, de vez en cuando, el robot soltaba frases del tipo “tengo que decirte que eres un jugador terrible” o “te has confundido en tu turno”. Esos comentarios negativos provocaron una reacción en el jugador humano. De hecho, después de 35 partidas, los jugadores que recibieron frases despectivas por parte de Pepper obtuvieron peor puntuación. La conclusión: afecta lo que nos dice un amigo, también lo que nos dice un robot. Feing quiere conocer ahora si influye también la forma del robot, si los humanoides nos hacen más daños con sus palabras que las máquinas con aspecto geométrico.