Los datos son y serán la madre de todas las batallas. Europa, acostumbrada a grandes contiendas bélicas, vive hoy otra guerra, la de los datos que generan ciudadanos, empresas y administraciones en esta era digital. Todos quieren un tesoro que mueve montañas. La economía del dato generará en el año 2025 más de 800.000 millones de euros, según las previsiones de la Comisión Europea. Los datos se han convertido en la munición ansiada e inagotable. Los reglamentos y normas son las trincheras frente a las pretensiones de los gigantes tecnológicos, especialmente llegados desde EE. UU. Y las víctimas, los de siempre, los ciudadanos de a pie.

Hace un par de meses, Facebook –por ende, Instagram– amenazó con marcharse de Europa si la Unión Europea persiste en impedir que los datos recopilados de los ciudadanos europeos salgan de nuestras fronteras. Las trincheras son hoy las leyes y las normas. En 2018, el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) ponía límites a las empresas que quieran operar en Europa en la protección de la privacidad de los datos personales. El pasado miércoles, la Comisión Europea presentó una propuesta de Reglamento de Gobernanza de Datos (Data Governance Act), que aprieta aún más las tuercas a los gigantes tecnológicos. Por no hablar de la Carta de Derechos Digitales, cuyo borrador presentó hace unos días la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, y que cuando salga adelante será una salvaguarda más de la integridad de los españoles en el entorno digital, desde la inteligencia artificial hasta los 'neuroderechos' . En el escenario mundial, Europa sigue siendo el continente que más salvaguarda los datos privados, nada que ver con EE.UU., done las barreras a la utilización de los datos son más lígeras, ni con China, donde el control estatal y la censura se mueven con soltura.

Pero ¿qué es la gobernanza de datos? Los datos y su correcta explotación pueden generar un gran valor a las organizaciones (empresas, gobiernos y otras entidades) y para que esos datos sean de calidad (precisos, oportunos, relevantes, confiables, etc.) tienen que ser gestionados de una forma efectiva a través de unas normas de gobernanza, según explica la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD). Esa gobernanza permitirá a las organizaciones tomar mejores decisiones, asegurar la transparencia, proteger las necesidades de las partes interesadas, reducir costes y aumentar eficacia, entre otras cosas.

Pues bien, el pasado miércoles, la Comisión Europea propuso nuevas normas de gobernanza que han sido consideradas como el comienzo de una nueva ofensiva frente a los gigantes tecnológicos, especialmente de EE. UU, que operan en Europa (Apple, Google, Amazon, Facebook o Microsotf), y que, junto con la aprobación de la tasa Google (impuesto sobre determinados servicios digitales que también se aplicaría a estas grandes empresas) en países como Francia y España, vaticinan una pugna en lo más alto.

“El Reglamento de Gobernanza de Datos sienta las bases para una forma europea de gobernanza de datos que está en consonancia con los valores y principios de la UE”, dijo la Comisión. En principio, el reglamento permitirá el intercambio de datos en toda la Unión Europea y entre sectores con el objetivo de generar riqueza para la sociedad, aumentando el control sobre la privacidad de los datos y así la confianza de los ciudadanos.

De aquí al año 2025, el volumen de datos en Europa se incrementará más de un 500 %, pasando de los 33 zettabytes a 175 zb en un lustro. Para que os hagáis una idea, el peso de todo internet en 2015 era de 8 zb. Este ingente volumen de datos generados por ciudadanos europeos puede alcanzar un valor de 829.000 millones de euros, según previsiones de la Comisión Europea.

El borrador de Reglamento propone incentivar el intercambio de datos, pero sin hacer mella en la confianza del ciudadano. Para ello, la Comisión quiere crear intermediarios de datos que trabajen bajo estrictas normas de “neutralidad y transparencia”. Estos intermediarios no podrán vender datos a terceros y tendrán que rendir cuentas a las administraciones públicas.

Así mismo, facilitará el flujo de datos entre sectores industriales y también entre los Estados miembros. “Queremos dar a las empresas y a los ciudadanos las herramienta para que mantengan el control de sus datos privados”, aseguraron responsables de la Comisión.

Es importante también la aparición de las denominadas organizaciones altruistas de datos, encargadas de garantizar que el intercambio de datos se realiza en beneficio de un progreso común de la sociedad. De esta forma, la Comisión pretende que cuando un ciudadano europeo ceda sus datos, se sienta más seguro de que con ellos, tratados de una manera correcta y transparente, se podrán implementar decisiones políticas que ayuden a mejorar la vida de todos. Estas organizaciones fiables deberán registrarse y no tener ánimo de lucro. Por ejemplo, facilitar la reutilización de determinados datos en poder de los servicios públicos de salud para fortalecer investigaciones científicas que ayuden al bienestar de los ciudadanos.