La forma en que se construye físicamente la sociedad, con foco en cómo se diseña la geografía urbana, influye de forma notable en las personas. Durante décadas nos hemos preguntado por qué los más pequeños pasan cada vez más tiempo en internet. ¿Y si lo estamos mirando al revés? ¿Y si internet es su única salida y se les está negando la alternativa de socializar?

¿Por qué ya no hay niños en las calles?

La pandemia ha marcado un tono de aislamiento social muy evidente en los más pequeños, y de 2020 a al menos 2021 son años a estudiar de forma aislada. Sin embargo, décadas antes del coronavirus ya se observaban tendencias muy fuertes de menores pasando cada vez más tiempo dentro de casa o, para ser más precisos, fuera de las calles.

Las ciudades de todo el mundo han cambiado su morfología desde mediados del siglo pasado. Lentamente, se han ido llenando de vehículos que saturan calles (y muchas aceras), restando espacio a las personas y reduciendo la seguridad vial en el espacio público. Cada vez es menos frecuente ver niños jugando en la calle.

A este fenómeno se suman muchos otros relacionados. Las aceras son estrechas, han desaparecido muchas tiendas de barrio (y sus tenderos, que antes actuaban como un sistema de vigilancia informal), las áreas de juego infantil se han localizado en espacios específicos y no existen lugares donde los más pequeños puedan jugar.

Tampoco les sería fácil hacerlo. Junto a un descenso de la percepción de la seguridad en las ciudades, y nuevos roles como que ambos progenitores trabajen, el boom de los PAU aislados y cerrados y la suburbanización, o el aumento de clases extraescolares, han vaciado las calles de niños.

Varias generaciones se han criado en interiores porque no existía alternativa pública al ocio y tiempo libre. De hecho, los centros comerciales se han convertido en el refugio de la infancia. El número de menores autónomos yendo o viniendo del colegio, pedaleando por la ciudad o simplemente jugando en las calles, se ha reducido de forma notable. Ahora están en internet.

Cuando internet es la única salida

Danah Michele Mattas (conocida como Danah Boyd), fundadora y presidenta del Data & Society Research Institute, descubrió hace tiempo que “los jóvenes pasan tanto tiempo interactuando en internet porque los adultos [...] no les dejan muchas más opciones”. Las palabras son de Eric Klinenberg en Palacios del pueblo (2021), que sintetiza los estudios de Danah Boyd al puntualizar que:

“Los adolescentes de las generaciones anteriores gozaban de más libertad que los jóvenes de hoy en día para deambular por los barrios y los espacios públicos locales, pese a que las tasas de criminalidad fueran antaño más elevadas”.

En palabras de Danah Boyd en 'It’s complicated' (2014), las redes sociales “no son solamente nuevos espacios públicos: en muchos casos, son los únicos sitios públicos en los que los adolescentes pueden reunirse con facilidad en grupos grandes”. Para muchos jóvenes, internet se ha convertido en la única forma de asomarse al mundo y socializar.

De hecho, los estudios demuestran que los adolescentes quieren pasar tiempo fuera de casa, pero no pueden. Encerrados en sus viviendas y cuartos, la red es la salida.

Cuando el urbanismo ayuda a dejar internet

Aumentar la autonomía de los más pequeños lleva tiempo en la agenda urbana con proyectos como caminos escolares, supermanzanas o peatonalizaciones. La idea de estos entornos protegidos del tráfico y con vigilancia informal es que los niños puedan desarrollar el juego fuera de casa.

Ahora se sabe un paso imprescindible para reducir su actividad en internet, aunque tiene muchas otras ventajas. Entre ellas se encuentra el fomentar la movilidad y reducir el sedentarismo, establecer nuevas relaciones sociales o adquirir valores relacionados con la sociabilización con personas distintas.

La forma en que se construyeron las ciudades durante el siglo pasado ha dado lugar a unos hábitos por defecto y sin alternativa que distan de ser óptimos para el desarrollo infantil. Ahora que se conoce la relación entre el urbanismo y la elevada presencia de los menores en internet, algunas ciudades están proponiendo cambios que devuelvan la infancia a las aceras.