Recientemente, grandes corporaciones tecnológicas como Google y Apple anunciaron una alianza para poder desarrollar una app que logre rastrear los contagios por COVID-19. Este tipo de herramientas ya se ha utilizado en países asiáticos como China, Corea o Singapur, e incluso en España la Comunidad Valenciana o la de Madrid la han puesto a disposición de los ciudadanos. Ahora es la Unión Europea la que quiere que los países pongan en marcha ya apps de rastreo con las que detectar mejor nuevos contagios y poder actuar con más agilidad y eficiencia.

Por lo que se sabe hasta el momento, la app funcionará a través de Bluetooth. Cuando se aligeren las medidas de confinamiento y volvamos a la 'normalidad', nuestros teléfonos compartirán unos códigos y también información anónima y encriptada en caso de que haya positivos a coronavirus entre las personas con las que hayamos pasado más de 10 minutos a menos de dos metros de distancia. Los no infectados recibirán una alerta de que estuvo en contacto con una persona contagiada y así se podrá tomarse medidas de cuarentena o control.

El problema que surge con el uso de estas aplicaciones tiene que ver con la privacidad. De hecho, la idea de que sea la Unión Europea la que coordine los datos de esta aplicación ayudaría a unificar y defender así la privacidad de los ciudadanos.