Todo comenzó en febrero, apenas un mes antes de que la pandemia del coronavirus nos revolcase a todos. Ese mes la confrontación política se trasladó a la red social más joven y friki, la app china TikTok. Convertida en la plataforma de difusión de vídeos cortos más popular –en España se ha descargado más de 14 millones de veces–, partidos políticos como Unidas Podemos o Vox decidieron subirse al carro para no perder a sus seguidores de menos edad. Siguiendo los códigos de comunicación tiktokiana, la formación de Iglesias lanzó un vídeo donde salía Santiago Abascal en el año 2019 diciendo que Pablo Iglesias “está acabado”. En la siguiente escena, Iglesias aparecía en 2020 llegando al Palacio de la Moncloa para jurar su cargo como vicepresidente con un filtro de luces a modo de estrella de rock mientras Abascal ponía cara de alucinado. Un gif de catarata de lágrimas brotaba de los ojos del líder de Vox. Fue la primera incursión en TikTok del partido morado. Días después y con el lema [[LINK:EXTERNO|||https://www.tiktok.com/@vox_espana/video/6792919817847426309?lang=en|||‘Ya estamos aquí’]], una cámara subjetiva abría la puerta del despacho de Abascal y se dirigía al líder ultraderechista, que sentado en su silla de trabajo ojeaba la pantalla de su móvil donde varias jóvenes lucían sus pulseras y banderas españolas. Junto a Abascal, el libro Defensa de la Humanidad, del teórico de la derecha Ramiro de Maeztu.
Según la empresa catalana Social Media Scientist, especializada en análisis de datos, el partido de Santiago Abascal gana abrumadoramente al resto de partidos. Los vídeos con la etiqueta Vox acumulan más de 16 millones de visualizaciones. El segundo partido con más recorrido es Unidas Podemos, con poco más de 2,5 millones de visualizaciones. El 60 % de los usuarios de TikTok tiene entre 16 y 24 años. Por eso, los partidos políticos han incorporado a sus campañas de comunicación la plataforma china. Sus estrategas saben que en esa red hay miles de jóvenes interactuando y no van a perder la oportunidad de influir.
Fue el pistoletazo de salida para la batalla de vídeos que se libra en TikTok y que ha tenido su máximo exponente durante la emergencia sanitaria originada por el coronavirus. Cayetanos y Voxemistas, que así se hacen llamar la red social, contra antifascistas. La red social nacida en China fue acusada el pasado mes de marzo de suprimir aquellos vídeos de usuarios feos y pobres.
El siguiente paso lo dio el propio Javier Ortega Smith, diputado de Vox en el Congreso, quien dos días antes del 8-M apelaba así a sus cachorros para que acudiesen al mitin de Vistalegre que celebraron el mismo Día Internacional de la Mujer: “Eres joven y rebelde. Por eso eres español. Por eso amas a tu patria. Por eso este domingo a partir de las 10 tienes que estar aquí, en Vistalegre.
Desde ese momento y con la sociedad confinada, la pelea de gallos ha ido creciendo en TikTok. En esta red social se utilizan varias estrategias para difundir sus gustos políticos. Una es la denominada room tours: chicas y chicos muy jóvenes hacen un repasito visual de su habitación. El 25 de marzo, una adolescente muestra toda su parafernalia: camisetas y carteles de Abascal, pulseras de Vox, cortinas muy españolas. En resumen, 41.000 likes. Los hay que convierten sus vídeos de 15 segundos en memes con más o menos gracia. Un ejemplo: un robot aspirador de esos redondos y juguetones, tuneado con los colores y las siglas de Vox, aspira la basura del suelo, entre lo que hay una foto de Pablo Casado, líder del PP, el logo del PSOE y el de Ciudadanos. Todo bajo el lema Limpiando España.
Aunque un vídeo este etiquetado con las siglas de un partido, no significa que el autor sea uno de sus partidarios. Bajo el hashtag #Vox, el vídeo con más ‘me gusta’ de TikTok es uno en el que aparece la ministra Irene Montero, de Unidas Podemos, reprochando públicamente en el Parlamento el adoctrinamiento que hace la ultraderecha de los jóvenes. Más de 450.000 likes. A partir de ahí ha habido de todo, desde un lado y desde el otro.
El poder de TikTok se ha expresado con todo su esplendor el pasado fin de semana. Fue en EE. UU. Donald Trump iba a dar su primer gran mitin público en plena pandemia. La ciudad elegida fue Tulsa, en el estado de Oklahoma. En el pabellón entraban 19.000 personas y el presidente estadounidense aseguraba días antes que había recibido más de un millón de solicitudes para sentarse en una de las butacas del BOK Center de Oklahoma. Cuando llegó el momento, Trump se encontró con media pista vacía y no más de 6.000 de seguidores presenciales, según el departamento de Bomberos de la ciudad. ¿Qué había pasado? Pues que fans del K-Pop, género musical nacido en Corea del Sur que tiene millones de fans en todo el mundo, y usuarios de TikTok habían sacado miles de entradas para el mitin. Luego decidieron dejar sus sillas vacías. Esta reserva de boletos para no presentarse es una de las primeras campañas con éxito surgidas desde TikTok.
A principios de junio, la cuenta de Vox en Twitter despistó a sus seguidores. Cada tuit que colocaba la formación de Abascal encontraba en sus respuestas vídeos de K-pop con fondos donde aparecía Franco, líderes de Vox o banderas de la forma ultra. Muchos llevaban la etiqueta #FachaQueVeoFachaQueFancameo, que llegó a ser trending topic. Las fancams son vídeos de pop coreano con las estrellas de este género musical. Debidamente tuneados por los activistas antifas, se han convertido en armas de expresión y difusión masivas.