Ikigai es un concepto japonés que podríamos traducir como ‘la razón de ser’ o 'el sentido de la vida'. O también aquellas cosas que hacen que la vida merezca la pena. Los investigadores del Toyota Research Institute (TRI), laboratorio que la empresa nipona tiene en Los Altos (California), están buscando que los robots y la inteligencia artificial aporten un poco de sentido a nuestra existencia. Y han empezado por las personas mayores. Según Naciones Unidas, en el año 2050 la población de más de 65 años ascenderá a 1.500 millones. Una sociedad envejecida necesitará una mayor asistencia dentro de los hogares. Imagina un robot suspendido en el techo con unos brazos articulados que bajan hasta la encimera de la cocina, la limpian y colocan los cacharros en su sitio. Por ahora tenemos esos artefactos redondos que quitan el polvo del suelo y que sirven para hacer vídeos graciosos con perros y bebés montados en su lomo dando vueltas por la casa. Ahora hablamos de dar un salto cualitativo. Durante el confinamiento se pusieron en marcha varias iniciativas que utilizan robots para mejorar la emergencia sanitaria, incluso en la realización de test rápidos de diagnóstico de coronavirus.

Según el reporte de instituto de investigación de Toyota, “en lugar de reemplazar a los seres humanos, utilizamos la inteligencia artificial aplicada en los robots para amplificar la capacidad humana. Este enfoque, conocido como Amplificación de IA, permitiría a las máquinas y los humanos trabajar en sinergia para hacer algo mejor de lo que ninguno de los dos podría hacer por sí solo”. Esta tecnología permitiría a las personas vivir de manera independiente durante más tiempo en su hogar, donde cada persona tiene estructurada de forma diferente su vida y sus objetos. En principio, estos robots trabajarían en casas típicas japonesas, pequeñas y llenas de cosas. Y el único lugar desde donde podrían hacerlo serían los techos, que es donde irían integrados los robots limpiadores.

“Nuestro trabajo se centra en dos desafíos: enseñar a los robots a partir del comportamiento humano y usar la simulación para entrenar y validar esos comportamientos”, explican el TRI en su web. El robot aprende a vincular lo que ve con las acciones que le han enseñado y siempre al margen del escenario donde esté. Al final adquiere determinadas habilidades de limpieza y orden en el hogar que pueden servir de gran ayuda a la gente mayor. Para un mejor aprendizaje, el TRI ha creado un entorno de realidad virtual donde una persona hace una demostración para el robot moviendo sus brazos. Después de muchas veces, la máquina elige cuál es el mejor movimiento para cada situación.

Cargar el lavavajillas, limpiar superficies o despejar el desorden serían algunas de las tareas que ya podrían desarrollar los robots. Y al moverse por el techo, no molestan al residente. Cuando no tiene que trabajar, el robot se repliega solo. Para evitar romper la vajillas, los científicos del TRI han ideado unas pinzas suaves con detección táctil de alta densidad que se adaptan al objeto al contactar con él.

Por otra parte, alrededor de 200 hospitales públicos españoles recibirán de la Comisión Europea robots que esterilizan con radiación ultravioleta los espacios con riesgo de estar contaminados con coronavirus. Las técnicas con infrarrojos y luz ultravioleta han tenido una importante presencia en los primeros meses de crisis sanitaria.