Vamos a decirlo ya desde el principio: tú no lees la ‘letra pequeña’. No lo hiciste cuando pediste un préstamo para comprarte tu primer coche, tampoco lo haces cuando abres la caja de paracetamol y el prospecto sigue un año después igual de dobladito, aceptas cookies como si no hubiese un mañana, y lo de las políticas de privacidad de apps, redes sociales y otras plataformas digitales te suena que existen porque si no es imposible pasar de pantalla. No leemos la ‘letra pequeña’ porque no quieren que la leamos –por eso es pequeña– y porque no tenemos ganas, tiempo, paciencia, interés… llámalo X. Bueno, rebajemos la tensión, seguro que conoces a alguien que lo lee todo y que reivindica por doquier la comunicación clara de instituciones, empresas y aplicaciones.
Sentadas las bases de nuestra condición de ‘aceptadores’ natos, debemos asumir también que las grandes empresas tecnológicas recopilan datos sobre nosotros y que no tenemos ni idea de lo que saben de nuestras vidas por muy aburridas, rutinarias y normales que sean. Y lo hacen porque así lo queremos. Su negocio son nuestros datos, es el mantra que escuchamos desde hace años. De vez en cuando se monta el escándalo, como cuando en 2018 la prensa desveló que la consultora británica Cambridge Analytica se había dedicado a almacenar datos personales de millones de usuarios de Facebook a través de la plataforma Open Graph de la red social de Mark Zuckerberg. Esa información fue utilizada con fines políticos en la campaña presidencial de Donald Trump y en el referéndum del Brexit.
Google, el mayor recolector
Aunque todos lo sepamos, vamos a repasar lo que conocen de nosotros los gigantes tecnológicos. Google es quizá el mayor recolector de datos personales. Estamos todo el día navegando en su motor de búsquedas, utilizamos con los compañeros de curro el Google Drive, nos orientamos con el Google Maps, vemos cientos de vídeos en YouTube y tenemos un correo electrónico de Gmail.
Según la compañía Security.org, compañía dedicada a crear herramientas “para sentirse más seguros”, Google guarda su nombre, número de teléfono, historial de navegación, ubicación, detalles de su cuenta bancaria, dirección de correo electrónico, mails que envía y recibe, comentarios en YouTube, hojas de cálculo almacenadas, dirección IP, fecha, hora y URL de referencia de sus solicitudes, términos de búsqueda, vistas e interacciones con contenidos y anuncios, cuánto tiempo estás en una web, seguimiento de tus compras… y mucho más.
Lo que no sabíamos es que muchas de las aplicaciones más utilizados en esta realidad hiperconectada también recogen otros datos no tan obvios. Y después nos quejaremos de que de repente, en Instagram, aparece un anuncio publicitario que coincide perfectamente con nuestros gustos, necesidades o comentarios. Según el listado actualizado en 2021 de Clario, empresa internacional dedicada a la seguridad digital, apps y redes sociales como Facebook, Instagram, Tinder, Uber, TikTok, Spotify, Twitter, Airbnb, Netflix o Zoom –entre otras muchas– pueden rastrear nuestra vida sin que pongamos obstáculos.
Facebook, en el top 1 y en horas bajas
Facebook encabeza la tabla de compañías que más ‘espían’. Y eso que esta red social no está pasando por sus mejores momentos: una ex empleada –Frances Haugen– que trabajó en el equipo responsable de frenar la desinformación y los bulos en la política de EE. UU. ha desvelado por qué Facebook es tan “tóxica”. Volvamos a los datos. La red social recopila casi el 80 % de todos los datos personales que una empresa puede almacenar legalmente. Y para eso tienes que aceptar su política de privacidad. Dirección de email, nombre, edad, género, sexo, orientación sexual, estado civil, raza, religión, localización, dirección postal, situación laboral, puesto de trabajo, mascotas que posee, teléfono móvil, aficiones, intereses, empleador actual, perfil social, reconocimiento facial, contactos, acceso a galería de imágenes…
El top five lo completan Instagram, que es también de Facebook, TikTok, ClubHouse y Twitter. En el fondo, el negocio es el negocio y cuanto más sepa de ti, mejor podrá enviarte anuncios. Instagram, según la investigación de Clario, conoce tus pasatiempos, altura, peso y orientación sexual. TikTok, por ejemplo, incluye reconocimiento facial, datos de voz y biblioteca de imágenes. Youtube sabe mucho de tus aficiones y gustos por tu historial de visualizaciones y contenido preferido. Para ayudarte a buscar pareja, Tinder recopila más del 60 % de los datos que se pueden recopilar legalmente, si tienes un gato, mides más de 1,80 y cuál es el número de tu cuenta bancaria. Incluso la cantidad de mensajes que envías y recibes en tu interactuación amorosa. Más o menos lo mismo que Grindr.
La explicación siempre es la misma. Facebook usa los datos “para personalizar y mejorar nuestros productos”. Y también proporciona gran cantidad de información a terceros, de forma agregada para esas empresas pueden ver de forma sencilla la demografía de sus clientes, también de los potenciales. Twitter, por su parte, asegura que la recogida de información tiene como fin detectar contenido malicioso o spam y verificar que tú eres quien dice ser. Tambien comparte con terceros. Pero no todo es negocio. Facebook y otras grandes compañías tecnológicas pueden facilitar información recopilada para ayudar en catástrofes, como por ejemplo migraciones forzadas por desastres naturales o conflictos armados.
Clario ha analizado casi sesenta aplicaciones para ver qué permisos pedían a los usuarios en sus términos y condiciones y también en sus acuerdos de privacidad. Le hemos pedido a Prodigioso Volcán que nos muestre con una infografía los datos que recogen diez de las apps más utilizadas por los españoles.
RGPD y soluciones más éticas
Desde que entró en vigor en Europa el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR, en sus siglas en inglés), cada usuario tendrá que dar su consentimiento inequívoco para que las empresas puedan usar tus datos y además tendrán que informar de qué datos usan, cómo los tratan y para qué.
La repentina llegada de una pandemia como la del coronavirus puso en alerta a muchos ciudadanos. El teletrabajo, el estudio en remoto, las relaciones sociales a través de herramienta de videollamada, el entretenimiento, la ‘nueva normalidad’ implicaba más descargas de apps y otras soluciones tecnológicas, lo que también ha significado acceder a más información personal además de tu nombre o tu correo electrónico. Cómo ya te hemos informado en otras ocasiones, hay navegadores, motores de búsqueda, servicios de correo electrónico, espacios de alojamiento web y apps que protegen mejor tu privacidad. Aquí pueden encontrar alternativas más éticas. Y si quieres conocer cuántos y qué rastreadores incorpora cada app que te descargas, puedes hacerlo aquí.
Como explica la investigadora Carissa Veliz en su libro Privacidad es poder. Datos, vigilancia y libertad en la era digital (Ed. Debate), debemos proteger nuestros datos como si fuesen una salvaguarda vital. Ya lo comentó cuando la entrevistamos en Levanta la cabeza: “Si no le das la contraseña de tur correo a cualquiera, tampoco deberías darles tus datos”. Esta filósofa pone el ejemplo ocurrido durante el Tercer Reich, cuando la información aportada por los ciudadanos para cumplimentar los registros locales sirvió para identificar y en muchos casos condenar a una muerte segura a muchos judíos. En un adelanto de su libro publicado en El País, lo volvía a repetir: “Imagina un régimen autoritario contemporáneo apropiándose de todos tus datos personales. Los déspotas del pasado disponían de retazos de información en comparación con los miles de datos a los que se puede acceder hoy sobre cualquier persona en el mundo con solo unos clics. Un gobierno autoritario podría conocer todos nuestros puntos débiles sin necesidad de poner mucho empeño en ello. Si pudiera predecir todos nuestros movimientos, podría ser el comienzo de un régimen invencible. Para que te hagas una idea de lo peligrosos que son los datos personales, imagínate un régimen como el nazi, pero en la actualidad, con acceso a datos en tiempo real sobre tu ubicación, tu perfil facial, tu forma de andar, tu frecuencia cardiaca, tus ideas políticas, tu afiliación religiosa y muchas cosas más”.