El Gobierno ha hecho público un documento que pone de manifiesto los datos sobre las emisiones de gases en España. El año 2016 fueron un 13 % superiores respecto a 1990, un año de referencia para el sector industrial, pero un 26% inferiores a las de 2005.

Así, nuestro país se ha comprometido a que en 2020, las emisiones industriales desciendan un 21 % respecto a 1990, y las de los sectores difusos, como por ejemplo los residuos, la agricultura o el transporte, hasta un 10% respecto a 2005.

Los gases de la industria, como el cemento o la química siderúrgica, cayeron un 10 % respecto al año anterior, mientras los de los sectores difusos crecieron un 0,9 %. El principal factor que hizo que los gases contaminantes cayeran un 3,5 % fue la disminución de las emisiones del sector eléctrico en cerca de un 20% gracias a la sustitución del carbón por energía hidroeléctrica.

Por el contrario, el transporte, la actividad tras la industria que más contamina en España, representó un 27 % del total de gases. Además, aumentó sus emisiones un 3,1% respecto a 2015, debido a un incremento de las del transporte por carretera, un 3,2%, y del aéreo, un 4,6%, mientras que en el ferrocarril y la navegación doméstica cayeron un 2 y un 4,9 %.

El sector residencial, responsable del 12 % del total, emitió un 0,6% menos en 2016, y la agricultura, en la que origina el 11 % de la contaminación, un 0,5 % menos, debido a un descenso del 8 % del uso de fertilizantes.

En cuanto a la ganadería, fuente del 70 % de las emisiones de agricultura, incrementó sus gases un 1% respecto al 2015 por una subida de la cabaña vacuna del 3,5 % y porcina del 2,6 %.

Los residuos, origen del 4 % de los gases, elevaron sus emisiones un 2,3% por el aumento de los depósitos en vertedero.

Por su parte, los ecosistemas del territorio español absorbieron 38 millones de toneladas de CO2 de la atmósfera en 2016, una cifra un 2 % inferior a la de 2015 debido principalmente a los incendios.

El 80% de los gases emitidos fueron dióxido de carbono, un 12% metano, un 5% dióxido de nitrógeno, y el 3% gases fluorados. Estos últimos han caído desde que tienen un impuesto ambiental.

Desde las asociaciones medioambientales apuntan a que esta abundante producción hidroeléctrica de 2016 enmascara un continuo crecimiento de las emisiones del estado español y la falta de apuestas estructurales ambiciosas para luchar contra el cambio climático. Además señalan que las metas de reducción de emisiones comprometidas por el Gobierno español están muy por debajo de su capacidad real.