Las medidas de confinamiento y la parálisis de gran parte de la actividad industrial en el mundo para evitar la transmisión del coronavirus tienen, como consecuencia directa, la reducción de las emisiones contaminantes a la atmósfera. Sin embargo, pese a que se han logrado reducir los niveles de NO2 atmosférico, los expertos aseguran que esta situación no frenará el cambio climático.

De hecho, desde distintas asociaciones y organizaciones ecologistas piden que se tomen medidas contra el posible aumento de la contaminación tras la crisis sanitaria. Ya que el retorno a la normalidad podría afectar a gran parte de los ecosistemas, como por ejemplo, los mares y océanos. En este caso, los océanos constituyen el mayor hábitat del planeta y se encargan de absorber la mayor parte del calor y del CO2.

No obstante, su capacidad estaría limitada de forma que, como aseguran desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), su condición actual habría comenzado a saturarse y los ecosistemas marinos serían incapaces de aumentar el ritmo de captación de CO2 de la atmósfera al mismo nivel que aumentan las emisiones de gases invernaderos.

Para la adopción de acuerdos enfocados a la protección de los océanos, en los últimos años se han llevado a cabo distintas campañas que surgían con la base del informe sobre el cambio climático y los océanos publicado en 2019 por la ONU.

Por otra parte, en 2020 se esperaba celebrar en Lisboa la segunda Conferencia sobre los Océanos; evento que ha sido pospuesto con motivo de la pandemia actual. Sin embargo, al riesgo provocado por las emisiones atmosféricas se le suma el daño medioambiental que supone la llegada de productos plásticos al océano. Una situación de extrema gravedad, sobre todo ante el aumento del uso de mascarillas, guantes o toallitas no reutilizables.