La actual temporada de incendios es una de las peores de la última década, sólo por detrás de los dramáticos años 2012 y 2009, con 85.000 hectáreas quemadas hasta el 3 de septiembre, un 17% más que la superficie media arrasada en los últimos diez años, según la organización ecologista.

Se considera a 2017 como un año negro para los bosques porque España ha registrado cerda de 11.000 siniestros, un 15% más que la media de la última década.

Los efectos del cambio climático están alimentando incendios cada vez más grandes y destructivos, imposibles de abordar por los equipos de extinción, alerta WWF, que subraya además, que este año se han producido un 33% más de GIF a nivel global que la media de la última década durante el mismo periodo.

En nuestro país, la organización ecologista ha recalcado que este verano se ha sufrido la situación más temida porque ha habido más grandes incendios y muy virulentos. Todos ellos han tenido la característica de producirse a las puertas de los núcleos poblacionales, lo que ha hecho que la capacidad de los medios de extinción se haya visto reducida al desarrollarse incendios simultáneos, como los de finales de agosto cuando ardían a la vez Ávila, Zamora y León.

Denuncian que solo el 20 % de la lucha contra las llamas se destine a la prevención y piden que se pongan en marcha medidas para impedir el abandono del medio rural y forestal, y se hagan planes de intervención social para reducir las altas tasas de intencionalidad y negligencias en ciertas zonas.

WWF ya lanzó una iniciativa, "Cartas del Bosque", a la que se han sumado ya 15.000 personas, que anima a los ciudadanos a enviar una carta al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para solicitarle medidas contra el fuego y la lucha contra el cambio climático.