Hace pocos días, el Sindicato Unificado de la Policía (SUP) en la ciudad de Vigo solicitó la creación de brigadas especializadas en ciberdelitos y la Fiscalía de Pontevedra alertó del aumento de conductas censurables en las redes sociales, entre ellas el phishing, el sexting, el bullying o el happy slapping. Todos estos términos tienen un mismo fin, la estafa, la extorsión y el acoso. Hoy toca hablar de la bofetada feliz (el happy slapping), la grabación de una agresión física, verbal o sexual que luego se difunde en redes sociales o plataformas digitales con la intención de que se haga viral. ¿Qué ganan los responsables? Popularidad y likes. Así de tremendo,

Suena la sirena que anuncia el fin de las clases, recoges tus cosas, ordenas tu pupitre, sales por la puerta y en cuanto estás alejado de otras miradas, una persona te agrede mientras otra graba la escena. Al minuto, entre risas jocosas y burlas, gritan que la escena ya está subida a una red social para que la agresión se reproduzca y se comparta sin límites. Piensan que es entretenido, gracioso y divertido. Así creen que crecerán sus seguidores. Y así se abre la puerta a las humillaciones públicas continuadas y a ser una víctima reconocible y señalada ante los demás. Esta escena que puede parecer de película también se produce en el mundo real, sobre todo entre adolescentes y jóvenes.

Este tipo de bullying se ha popularizado en los últimos años, aunque la práctica nació en 2004 en el barrio londisense de Lewisham cuando unos menores grabaron en vídeo las caras de sorpresa que ponían los jóvenes que eran agredidos por los matones. En esa época la violencia y la agresividad de esta práctica fue a más y el 30 de octubre de 2004 se produjo la primera muerte. Un chico de 37 años fue asesinado por una menor de 15 que iba acompañada de tres jóvenes de entre 17 y 21 años.

Según la organización Save The Children, en España 76.643 jóvenes sufrieron este tipo de práctica en su infancia. La edad media de las víctimas es de 14 años. Además, esta violencia afecta aún más a la víctima porque la agresión se produce en un 61 % de los casos por personas que son amigos o compañeros de clase. En España, además, este tipo de actos están clasificados como delitos de lesiones, correspondiente a los artículos 147 y posteriores del Código Penal.

Aunque cada caso es un mundo, el happy slapping se reconoce porque tiene estas características concretas:

  • La agresión es física mayoritariamente, pero también puede ser verbal o incluso sexual.
  • Normalmente se realiza en grupo para que uno de los agresores pueda grabar la escena.
  • Por regla general, agresores y agredidos suelen tener la misma edad o pertenecer a grupos vulnerables
  • Los dispositivos tecnológicos son piezas fundamentales de esta agresión: teléfonos móviles, tabletas o similares.
  • El objetivo es subir la agresión a la red para conseguir popularidad y publicarlo como si fuese una ‘hazaña’ jocosa y divertida.