Los campamentos tecnológicos son una alternativa técnica y muy interesante a los clásicos campamentos de verano. Focalizados en habilidades STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática), persiguen una forma divertida y basada en el juego y el compañerismo para mostrar a los más pequeños alternativas de juego más allá de las tradicionales.
Los campamentos tecnológicos son muy parecidos a los campamentos tradicionales, un entorno donde niños y adolescentes pasan un par de semanas de diversión con personas de su edad y gustos. Espacios sin padres (con monitores, obviamente) donde desarrollar sus habilidades sociales, ganar en confianza y autonomía, o aprender a resolver sus primeros ‘problemas’.
Grosso modo, son un lugar donde experimentar con nuevos amigos. Y en el caso específico de los campamentos tecnológicos, la base de la experimentación es la tecnología. Manejo de ordenadores, programación, robótica, construcción modular, diseño y un largo etcétera de actividades. Por descontado, estos campamentos son perfectamente compatibles con la naturaleza.
No son pocas las granja escuelas o campamentos de verano tradicionales que se han adaptado a las demandas de los jóvenes de hoy (y las de sus padres). A sus actividades como la hípica, el senderismo o la recogida de huevos han añadido la programación o el desarrollo en equipo, al igual que ya incluyeron tiempo atrás actividades en inglés.
Acceder a tecnología que no está en el hogar medio
Los campamentos de verano, en general, son una hoja en blanco que permite a los niños y adolescentes empezar a desarrollar una personalidad propia, valga la redundancia, diferente tanto a la que tienen en casa como a la que interpretan en el colegio. Son espacios de autodescubrimiento personal en cualquiera de sus modalidades.
Una de las principales ventajas de los campamentos tecnológicos es la posibilidad de acceder a equipamiento tecnológico muy por encima de las capacidades de la familia media. Al compartirse los gastos no solo con el campamento de este año, sino también con los siguientes, el campamento puede ofrecer posibilidades muy alejadas del cuarto de juego de los niños.
Esto incluye el acceso a ordenadores potentes sobre los que programar y jugar, o juegos de robótica basados en bloques como el ya clásico Lego Mindstorms. Aunque quizá lo más importante sea contar con maestros que puedan explicar cómo programar en Scratch o con compañeros de juegos con los que cooperar o contra los que competir. Posibilidades alejadas de lo habitual.
Vía de entrada para conocimientos STEM que pueden potenciarse
Otra ventaja tiene que ver con que las habilidades tecnológicas están a la orden del día. Tanto que hay un déficit enorme de personal en muchos de sus ámbitos. En estos campamentos los niños aprenden a interactuar con la tecnología a un nivel básico: código, desarrollo, diseño, matemática, pruebas de ensayo y error, etc.
Esto les permite disponer de una base no particularmente sólida pero sí suficiente como para dar el salto a actividades tecnológicas más avanzadas a lo largo de su formación. Qué duda cabe, este es uno de los motivos preferidos por los padres que buscan un futuro brillante para sus hijos.
A diferencia de ayudar con los deberes clásicos, muchos padres se ven incapaces de aportar formación técnica, en parte porque jamás recibieron ninguna. Son usuarios de tecnología, y sin una educación avanzada al respecto sus hijos estarán en una posición similar.
Quizá la ventaja más importante sea una mezcla de las tres anteriores: mostrar a los más pequeños que existe un complejo pero divertido mundo de oportunidades (que en el futuro lejano serán laborales) más allá de los convencionalismos, y que dependen de unas habilidades con frecuencia basadas en juegos y retos de complejidad creciente a los que rara vez han tenido acceso.
Los campamentos tecnológicos son una forma educativa de despertar pasiones STEM no muy diferente de los campamentos deportivos a la hora de despertar la pasión por los juegos físicos o deportes de contacto. Y es que los más pequeños necesitan referencias a la hora de ser capaces de saber qué les gusta o qué quieren aprender en el futuro. Sin ellas, estas les estarán vetadas.