Máquinas capaces de realizar operaciones comparables a las que realiza la mente humana. Máquinas capaces de analizar miles de datos en muy poco tiempo para poder tomar una decisión. Máquinas que aprenden continuamente a realizar tareas. Máquinas que entrenan para trabajar de forma autónoma. Podríamos estar hablando sin límite de la inteligencia artificial (IA) y al común de los mortales le seguirían quedando dudas y lagunas sobre una de las más importantes innovaciones tecnológicas de la era digital. Tras la irrupción de la pandemia del coronavirus, la IA ha ganado protagonismo y ya es la tecnología emergente más destacada en la batalla contra el SARS-CoV-2. Siempre nos han asustado las transformaciones tecnológicas, pero como dijo a Levanta la cabeza un responsable de OdiseIA, la plataforma española para una IA más ética e inclusiva, la tecnología no es la mala de la película, son los humanos que están detrás quienes decidirán sus aplicaciones.

En abril te contamos que el Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT), a través del laboratorio Auto-IDLab, con sede en Barcelona, había utilizado la IA para detectar si una tos pertenecía a una persona sana o a una persona contagiada con COVID-19. Seis meses después, el investigador catalán Brian Subirana y el MIT acaban de presentar un software de inteligencia artificial capaz de analizar la tos y diferenciar con un 98,5 % de precisión qué expectoraciones son de personas sanas y cuáles son de asintomáticos contagiados con coronavirus. Al comienzo del ensayo, voluntarios con edades comprendidas entre 20 y 90 años grabaron su tos. Fueron más de 200.000 grabaciones de toses, naturales o forzadas, de 70.000 personas sanas o diagnosticadas de COVID-19, sirvieron para entrenar a la inteligencia artificial. El sonido de la tos cuando eres paciente de COVID-19 es único. El estado de las cuerdas vocales, la respiración o la degradación muscular dan lugar a una expectoración distinta en cada paciente.

Los expertos coinciden en que una de las consecuencias silenciosas de la pandemia tiene que ver con la salud mental. Los confinamientos y estados de alarma, la crisis económica tras la paralización de la actividad, la sobreinformación y la incertidumbre sobre el futuro están incrementando el malestar, el estrés y la angustia de parte de la población. En este contexto –distintos informes sostienen que entre el 80 y el 90 % de los españoles sufre estrés– las herramientas tecnológicas para proteger la salud mental son bienvenidas. La última que hemos conocido ha sido creada por el joven estudiante de 25 años Edgar Jorba, alumno de grado de Ingeniería de Tecnologías y Servicios de Telecomunicación en la Universitat Oberta de Catalunya.

La clínica virtual Aimentia permite a los profesionales disponer de una plataforma digital con información del paciente en tiempo real, de herramientas digitales como la inteligencia artificial para realizar diagnósticos más precisos y seguimientos más efectivos, y de un centro de datos multidisciplinar sobre farmacología y terapias. La aplicación de Aimentia utiliza algoritmos para convertir la actividad de los pacientes en datos útiles para los psicólogos y psiquiatras. Durante el estado de alarma de la primavera, la plataforma se puso a disposición del personal sanitario y de sus pacientes.

Tras más de siete meses de pandemia hemos aprendido que hay varios tipos de cefaleas asociadas a la COVID-19. De hecho, cada vez más investigadores identifican la migraña como una de las secuelas que deja el coronavirus. El pasado 20 de octubre pudimos escuchar el testimonio de Gemma Miquel, una joven deportista y con buena salud que tras padecer la enfermedad sufre una fuerte migraña que solo puede frenar con calmantes. ¿Te imaginas una app que predice con media hora de antelación tu próximo ataque de migraña? Han sido investigadores españoles de la Universidad Complutense y de la Unidad de Cefaleas del Hospital de La Princesa (Madrid) los responsables de desarrollar Brain Guard, una aplicación que identifica los síntomas previos de esos dolores de cabeza que te dejan tirado y que en muchas personas van acompañados de un dolor pulsátil en un lado de la cabeza.

Antes de que se produzca la migraña hay señales del organismo que tienen que ver con la temperatura corporal, ritmo cardiaco, actividad electrodérmica, temperatura de la piel, ritmo del sueño y oxígeno en sangre. El software de Brain Guard ha utilizado un algoritmo de aprendizaje automático que analiza y correlaciona la información obtenida y así puede hacer una predicción del próximo ataque de migraña. La inteligencia artificial reconoce esos cambios en las señales vitales y avisa. Saber que se va a producir un fuerte dolor de cabeza con 25 minutos de adelanto –como aseguran sus creadores, entre los que hay personas que padecen estas cefaleas– permite anticipar el tratamiento.

La salud es quizá el área donde la inteligencia artificial tiene más aplicaciones potenciales. El impresionante volumen de datos acumulados sobre enfermedades, estudios e investigaciones, permiten que la denominada ‘medicina personalizada’ avance gracias a los algoritmos. El objetivo es ayudar a los profesionales a tomar decisiones y hacer diagnósticos de forma más eficaz. Un ejemplo es el tratamiento del cáncer. Una de las ventajas de la inteligencia artificial es que puede anticipar si un tumor responderá a tal o cual tratamiento. A principios de este año se anunció que la inteligencia artificial podría acelerar el diagnóstico de tumores cerebrales durante la cirugía. Por ahora, el análisis durante la intervención no es un proceso rápido. Un patólogo tiene que preparar, teñir y analizar la muestra del tumor y eso tarda bastante. Con herramientas de inteligencia artificial y técnicas de obtención de imágenes se podría diagnosticar con precisión ese tumor cerebral en menos de 3 minutos durante la intervención quirúrgica.