A Javier Sirvent lo han definido como el primer evangelizador tecnológico español. “No soy experto, solo curiosamente apasionado”, dice, a sabiendas de que lo es incluso más que muchos de los que se califican así. Aseguran de Sirvent que es uno de los cerebros más privilegiados del mundo de la innovación, un visionario que “une cosas” entre el mundo de la ciencia y la tecnología, así como lo que esta conjunción nos traerá en el futuro.

Domina en su discurso la unión de las tecnologías exponenciales y las metodologías disruptivas, la inteligencia artificial (IA), la robótica, los drones, la neurociencia o materiales como el grafeno. Es asesor de empresas, emprendedor, inventor, divulgador científico y profesor en prestigiosas escuelas de negocio.

Ha compartido escenario y reflexiones tecnológicas con Steve Wozniak, (Woz para los amigos, el cofundador de Apple junto a Bill Gates) y con directivos de compañías como Facebook, Google o Amazon.

Dispara información como si fuera una metralleta divulgativa. No espera a que se le formulen preguntas. No le hacen falta. Sabe de lo que quiere hablar y lo que sus seguidores quieren oír. Y tiene una respuesta ya reflexionada sobre cada cuestión que se le hace. No habla a las bravas.

TikTok, IA, biogenética, robótica, Fortnite, Youtube… Sirvent hace un recorrido para los lectores de Levanta la cabeza por redes sociales, tecnologías disruptivas, descubrimientos de última generación. Nada se le queda en el tintero.

¿Qué innovación tecnológica reciente te está llamando especialmente la atención?

Sin duda, la biogenética sintética y la IA. Desde 2013 soy un apasionado de la primera. Lo puse de manifiesto ya en mi tercera aparición en una sala con público. He llegado incluso a pilotar un dron con la mente. A partir de aquel momento, fui el pionero en hablar de la tecnología CRISPR.

¿Cómo ves el futuro tecnológico? ¿Qué tipo de transformación digital crees que lo va a cambiar todo?

Hay tres tipos de tecnología que vemos ahora que son las llamadas exponenciales. La primera es la inteligencia artificial, la segunda es la biogenética sintética y su manipulación y la tercera es la computación cuántica, que está ahí calladita. La biogenética sintética es la que nos afecta ahora mismo. El ARN mensajero es la capacidad de editar el ADN y gracias a él vamos a salir de la crisis del coronavirus. Pfizer y Moderna se basan en una tecnología ahora mismo para la cual hay que tener un conocimiento salvaje de la biogenética. Gracias a ella tenemos ahora esperanzas. El mundo depende ahora de una tecnología que hasta hace poco tiempo la mayoría de la gente no sabía ni que existía. A mí Google me llegó a bloquear contenido, concretamente un vídeo que publiqué en YouTube en 2020 que se titulaba ‘El Covid pasará pronto y llegarán las oportunidades’, en el que hablaba de técnicas genéticas. Todo lo hizo una IA. Esa misma IA que al principio me quitó la razón por considerar que el tema no era apropiado luego me pidió disculpas y me autorizó a publicarlo de nuevo.

¿Qué te parece la propuesta regulatoria de la IA de la Unión Europea?

El borrador de la ley se ha filtrado y ya lo tiene todo el mundo y eso es un peligro muy grande. Si le adelantamos a China cuál va a ser nuestra política en ese ámbito entonces es que nuestra política no es acertada. En Europa ya hemos llegado tarde a la IA. Normalmente, EE. UU. crea e innova, China lo copia y lo mejora y en Europa legislamos. Y, encima, le damos nuestra estrategia a la competencia. Estamos gastando mucho dinero en legislar algo que ya se está quedando obsoleto y para lo cual ya llegamos tarde con respecto a otros países del mundo.

¿Y las controvertidas técnicas de videovigilancia por reconocimiento facial?

El reconocimiento facial en libertad y democracia y con transparencia es una buena herramienta para impedir que algunas personas puedan hacer cosas con total impunidad. La tecnología nos ha ayudado siempre, ¿ahora que llega con algo realmente útil no lo queremos? Lo que hay que vigilar es en manos de quién está la tecnología. Creo que la próxima pandemia que viviremos la provocará esa tecnología porque está en manos de gente a la que nunca se le ha puesto límites. Sin embargo, la IA superará al cerebro humano, pero nosotros no estaremos aquí para verlo. Hay que darle tiempo a todo.

¿Cuáles serán las aplicaciones de la IA en el futuro? ¿Para qué la usaremos?

Acabará teniéndolas todas. La IA se meterá en todos lados: en el entretenimiento, en el deporte, en la compra online, en la defensa, en la agricultura, en los eventos, en política, en la banca, en la movilidad, en el transporte, en los servicios de hostelería… En realidad, ¿dónde no ha llegado ya? En el año 2020 creció tantísimo sin apenas darnos cuenta que dentro de poco llegaremos a ver cosas increíbles. Lo que la gente no sabe es que solo el 5 % de los que dicen llamarse expertos en IA entienden algo sobre ella, por eso siempre digo que no hay que tenerle miedo a la IA en sí sino a la manera de programarla. Es muy fácil que acabe cogiendo un sesgo. Se habla mucho de la ética en IA, pero lo malo es que no le hemos enseñado nunca ética a quien hace la IA.

Siempre nos dirigimos a los jóvenes pensando que no acaban de ser conscientes o no prestan atención al hecho de que las redes usen sus datos, los manipulen y hasta utilicen técnicas para convertirlos en adictos a las redes sociales.

Son conscientes de los peligros, lo que ocurre es que hay una falta total de programa educativo en ese sentido. Existe una Formación Profesional de Montañismo, pero no de IA, por ejemplo. Tenemos una educación que trata de reconocer los derechos de las personas transgénero, pero nadie sabe lo que es el TensorFlow (plataforma de código abierto en la que se basa la IA).

¿Cuáles son las compañías que tienen más datos de nosotros y más nos conocen?¿Nos pone eso en peligro?

Las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) y las BAT (Baidu, Alibaba y Tencent). Los tres chinos (BAT) tienen más datos que todas las tecnológicas del planeta juntas porque Google y Facebook están prohibidos en China, donde viven 1.400 millones de personas. No me asusta que tengan nuestros datos porque yo, ante todo, soy tecnooptimista y porque la tecnología aporta también transparencia. Lo que me asusta es la escasa formación tecnológica que hay fuera de China. Cuanto más pasas usando una app, más datos tiene esta de ti. El videojuego Fortnite, por ejemplo, que es chino, conoce las estrategias mentales de todos sus jugadores, sus actitudes y su nivel de violencia, por eso penalizan en ese país a quien pase más de tres horas jugando.

Hablemos de algoritmos. ¿Conoces los que utiliza Tik Tok? ¿Cómo es posible que una red social como esa haya conseguido un número tan grande de usuarios en tan poco tiempo (casi 200 millones en Europa y 600 en China)?

TikTok entrena a miles de trabajadores indios y pakistaníes que pasan cientos de horas analizando contenido y ese es uno de los motivos por los que la India está tan obsesionada con prohibir la aplicación. Esos miles de personas han sido entrenadas por IA y han conseguido tantos millones de usuarios porque se han saltado todas las normas éticas. Anonymous ya los denunció con pruebas porque detectaron que la app se llevaba los datos de los portapapeles. Lo de dar con el dedito a la pantalla para ver pasar los vídeos funciona de la misma manera adictiva con la que lo hacen las máquinas tragaperras. Van ofreciendo publicidad en el momento adecuado porque conocen a los usuarios: ‘yo creo que este tío entre el minuto cinco y el siete se suele ir, así que antes le doy lo que busca, que es una tía buena’. Esa es su manera de trabajar.

Como asesor tecnológico de decenas de empresas, muchas veces has recibido un no por parte de personas que no acababan de ver con buenos ojos tus propuestas ¿en qué tipo de cosas no han confiado plenamente al principio?

El mejor ejemplo es el de Domino´s Pizza. El que tú pudieras comprar una pizza desde el móvil fue algo que propuse yo. Ellos me preguntaban que quién iba a querer comprar una pizza con el teléfono, pero finalmente fue la primera empresa que lo hizo posible. La verdad es que me he pasado la vida vendiendo imposibles. Me he tenido que esforzar muchísimo en hacer que la gente entendiera lo que les decía.