Los huérfanos digitales llevan varias generaciones entre nosotros. De hecho, las competencias digitales para funcionar en sociedad avanzan tan rápido y la tecnología se vuelve obsoleta a tal velocidad que probablemente nos encontremos en esta categoría. Se trata de generaciones a las que nunca enseñaron en el buen uso de la tecnología. Generaciones vulnerables.
¿Qué es un huérfano digital? Un huérfano digital es aquella persona a la que su entorno no llegó a formar en competencias digitales, característicamente porque dicho entorno tampoco las tenía. Hijos que descubrieron por su cuenta cómo usar disquetes, cómo navegar, cómo grabar un disco compacto (los inolvidables CD) o cómo usar las redes sociales. Un aprendizaje a base de ensayo y error, con muchos errores a sus espaldas.
Hace algunas décadas se pensaba que los jóvenes eran nativos digitales porque usaban tecnología, un trampantojo que se probó falso tras demostrarse que carecían de competencias digitales básicas. Eran usuarios y consumidores, no expertos. Sabían utilizar la tecnología, pero ni comprendían sus fundamentos ni estaban al tanto de sus peligros. Y ese uso inconsciente tiene un enorme coste.
Este ‘saber usar’ la tecnología por parte de los jóvenes ha llevado a la creación de términos como brecha digital. Y es cierto que las generaciones previas no se desenvuelven con la misma facilidad en muchos entornos. Usan el email, WhatsApp, y poco más.
Si durante un tiempo se consideró a los jóvenes como los maestros de los adultos (por primera vez en la historia) la imagen ha cambiado. Ahora se considera a los jóvenes huérfanos de una educación digital que nunca llegaron a recibir.
Padres que no pueden enseñar lo que no saben
Camino López, máster universitario en TICs en Educación, actual doctoranda y profesora de Innovación Docente en la Universidad de Valladolid, confirma para un artículo de El País que la educación digital resulta imprescindible en internet porque “se vuelve peligroso cuando no tienes suficiente madurez para gestionar lo que te pasa cuando estás conectado, si te hacen bullying o te acosan”.
Contar con una destreza mínima resulta no solo recomendable, sino básica. El problema principal es que los padres no pueden enseñar lo que no saben. “La idea es que los padres tengan herramientas para regular las nuevas tecnologías”, que a menudo desconocen por completo.
En palabras de Arturo Canalda, Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, durante su moderación en el Festival El Chupete, comentó que los padres “no saben lo que hacen sus hijos en la red”. Sin saber qué es lo que hacen sus hijos, resulta extraordinariamente complicado ayudarles a aprender. En esta opinión coincide Laura Cuesta, profesora de Cibercomunicación en la Universidad Camilo José Cela: "Cuando hago un aula con padres me encuentro a progenitores que ni siquiera saben que su hijo tiene un perfil en TikTok o Snapchat, y no tienen ni idea de lo que es. Es fundamental conocer cómo es la vida digital de nuestros hijos. No solo vale con darles un 'smartphone' y conectárselo a una tarifa de datos, hay que saber qué es lo que hacen y acompañarlos en esta supervisión en las edades tempranas. Es la mejor manera de prevenir riesgos", explicó a Levanta la cabeza.
Pero el problema es mucho más grave: no es que los padres no sepan porque no estén presentes. A veces los hijos manejan el móvil en la misma habitación donde los padres ven una película. A su lado, el joven de 15 años entra en la red y habla con extraños. El problema nace de que los padres son incapaces de comprender las plataformas porque a ellos tampoco se las explicaron.
Los huérfanos digitales generan huérfanos digitales. Por ejemplo, muchos padres no saben qué es Twitter, cómo se monetiza Twitch, qué implica un ‘me gusta’ en Facebook o la exposición sexual que existe en Only Fans. Por tanto, se ven incapaces de acompañar y aconsejar. El resultado son huérfanos digitales, personas incapaces de usar bien la red y sus herramientas.
Padres analógicos, huérfanos digitales
En el libro ‘Los nativos digitales no existen’, de las ya mencionadas plataforma Marga Cabrera y Rebeca Díez, las autoras comentan que “nuestros niños necesitan de una cultura digital, necesitan referentes que les orienten en el quehacer diario” en materias como “educación en la red, orden de los ficheros, escritura audiovisual, reputación online, saber buscar información relevante”.
Pero, si los padres carecen de estas habilidades, ¿de dónde podemos sacarlas? Al igual que se contrata a profesionales para enseñar inglés a los más jóvenes, la educación por parte de expertos debe estar sobre la mesa. Si no a lo largo del curso escolar, quizá sí como actividad estival. Existen alternativas, aunque no son para todos los bolsillos.
En nuestra sociedad existen brechas educativas notables debido a la estratificación del dinero. Las profesiones de los padres se perpetúan en los hijos, las oportunidades dependen del nivel socioeconómico de los padres y casi la mitad de los hijos de padres con estudios básicos también se estancan en ese nivel educativo. Esto significa que muchos menores quedan desprotegidos.
Es por ello que en el Plan Nacional de Competencias Digitales (2020) se especifique que “la enseñanza de competencias digitales promueve no solo las capacidades necesarias para que niños, niñas y jóvenes puedan adaptarse a los continuos cambios de las sociedades digitales”, especialmente de cara a los niños de padres con ingresos bajos.
Junto con el Plan de Acción de Educación Digital europeo (2021), se busca “mejorar las competencias y capacidades digitales para la transformación digital”. Estas herramientas darán cobertura en algunas ocasiones por primera vez a la necesitada educación digital. Sin ellas, podríamos asistir al nacimiento de la siguiente generación huérfana digitalmente.