Todos nos ilusionamos. Innegablemente, la presentación de Siri supuso una pequeña gran revolución dentro de la industria de la telefonía móvil. Al menos en términos conceptuales: configurar alarmas, tomar notas o encender las luces mediante comandos se transformaron en un presagio de futuro, en la constatación de un progreso tecnológico real. Aquel “oye Siri” sugería mucho más en lo que callaba. ¿De verdad han pasado ya diez años? Sí, el asistente virtual de Apple se lanzó el 4 de octubre de 2011.

Pero antes de ser una voz indisolublemente asociada a Apple, Siri fue la primera hija de Adam Cheyer, un brillante licenciado en ciencias de la computación de Massachusetts. Cheyer trabajaba en calidad de vicepresidente de ingeniería en Siri Inc., empresa derivada del SRI International, el afamado instituto de investigación californiano. En abril de 2010, Apple adquirió la empresa dentro de un ambicioso plan de expansión y el resto, como suele decirse, es historia.

Creador de más de 50 aplicaciones y fundador de otros proyectos como Change.org o inteligencia artificial CALO (financiada por la DARPA), Cheyer, sin embargo, abandonó el proyecto apenas un año después de su presentación, avergonzado por los resultados de un asistente virtual demasiado primitivo. Entonces, ¿por qué Siri llamó tanto la atención?

La virtud de ser la primera...

Durante décadas, los asistentes conversacionales reducían su comunicación a interacciones tan sencillas como “Bienvenido: elija entre deportes, cine o noticias”. Siri suponía un salto cualitativo inmenso, ofreciendo respuestas contextuales. Siri sabía leer las ambigüedades del lenguaje humano. Por ejemplo, un simple “oye Siri, tengo hambre” será interpretado y traducido según nuestra geolocalización e historial de preferencias, recomendando los mejores locales de hostelería de la zona abiertos en ese momento.

La competencia no tardó en reaccionar. Samsung presentó S Voice (en 2017 pasaría a ser llamada Bixby), Google lanzó Google Now (años después terminaría convirtiéndose en Google Assistant), Microsoft promocionó a Cortana (ya muerta a favor de un simple “Asistente de Windows”), nacida como inteligencia sintética en el videojuego Halo, y Amazon presentó a Alexa en sociedad. Hay muchas más: Aido, Braina, Hound, Nina, SILVIA, Lucida, Ubi, Vlingo, Xiao Ai, Cubic, Jibo… ¿Y para qué tanto asistente? Para reproducir música, preguntar por el tiempo, responder a dudas y, casi siempre, escuchar algún chiste.

… Y la necesidad de seguir “escuchando”

Como fuere, la impronta de Siri ha ido mucho más allá de la estrategia comercial. Películas como ‘Her’ (Spike Jonze, 2014) reformularon la narrativa de las relaciones entre personas y máquinas, entre frívolas inteligencias artificiales y vulnerables sujetos a merced de ellas. Y aquella competencia supo aprovechar el filón. Google, líder en el negocio de la recopilación y gestión de información, dotó a su asistente de una ubicuidad total, forjando alianzas con productos de terceros.

Apple, entretanto, tartamudeaba entre convertir a su humilde becaria en algo más o seguir velando por la privacidad de los usuarios a costa de “la inteligencia” de Siri. Según un estudio de Creative Strategies, en 2016 el 98 % de los usuarios dueños de un iPhone habían probado Siri pero solo un 2 % continuaba usándolo de manera regular. Más aún, el 20 % de los usuarios decía no sentirse cómodo usando las búsquedas por voz. Frente al imparable crecimiento de sus rivales, en 2017 Siri perdió 7,3 millones de usuarios. No obstante, en 2018 Siri seguió siendo el asistente más usado del planeta, con un 45,64 % de cuota y más de 500 millones de usuarios activos. En la actualidad esa cuota se ha duplicado, si bien Google Assistant asiste más y mejor.

Los asistentes virtuales son hoy una máxima en la comunicación digital, es innegable. Ya no tecleamos “Quién escribió el Quijote”, sino que preguntamos directamente a ese icono de micro. El 25 % de los usuarios que compran por internet lo hacen recurriendo a un asistente de voz.

El actual estancamiento de Siri solo responde a una falta de dirección. Si nos ponemos poéticos debemos recordar que Siri nació huérfana, a la sombra de una tragedia. Steve Jobs fallecía, tras una larga lucha contra el cáncer de páncreas, pocas horas después de su presentación. Femenina aunque asertiva, calmada, no aburrida, algo cómica aunque sin caer en el ridículo, las inflexiones de Siri son hoy la voz de toda una generación.

Las nietas de Siri

"Para 2020, el 30 % de las búsquedas web se realizarán sin pantalla”. La frase pertenece a una predicción de Gartner que nunca se llegó a cumplir. La realidad ha demostrado que somos animales de costumbres. Los asistentes, por otro lado, no han dejado de evolucionar, incluso en nuestra propia lengua.

El futuro de los asistentes virtuales parece pasar por CodeNet, una gigantesca base de datos diseñada para optimizar el actual aprendizaje automático y simplificar la programación en NLC (Código de Lenguaje Natural). Las consecuencias de esta evolución permitirían una programación mucho más dinámica y accesible. Y, como dice una máxima, cuanto mayor sea la demografía de un campo de conocimiento mayor cantidad de innovaciones se producirán. Las nietas de Siri no solo se nutrirán de una base de datos inmensamente más amplia a la actual —la cantidad no es tan relevante como la capacidad para filtrar— sino que entenderán nuestras peticiones y se comunicarán de una manera más “humana” y fluida. ¿Será el próximo psicólogo de la Seguridad Social un asistente virtual? Aún es improbable; pero no imposible.