Hemos visto robots camareros, drones que te medían la temperatura, mascarillas eléctricas antigérmes, ascensores holográficos para evitar la propagación del coronavirus, cascos inteligentes para controlar el desconfinamiento y droides policías que vigilan los espacios públicos y detectan la distancia física. También hemos estado con Tommy, el robot enfermero más famoso de Italia, con Súper Robot 10 para hacer más de 2.400 test PCR al día, y con Ninja para atender a pacientes que sufren ictus, infartos y derrames cerebrales. Y tampoco nos debemos olvidar del felpudo de desinfección de Brett Eidman, la funda de móvil antimicrobiana, la app para salir de fiesta con seguridad o la mascarilla respirador LED Far-UVC.

A lo largo de estos últimos meses han sido numerosas las iniciativas que ponían soluciones para evitar que se propagase el virus que se ha llevado a más de 400.000 personas por todo el mundo y ha afectado a más de 7 millones. Pero por lo visto, la parte derecha del cerebro sigue trabajando, y la creatividad sigue al pie del cañón.

Esta vez llega desde Málaga y desde el Instituto Europeo de Calidad del Sueño (ESCI). En abril, esta institución se puso manos a la obra para conseguir un colchón que diese solución a la posible contaminación por coronavirus. Cuántas veces hemos oído, leído y visto que el coronavirus moría a 40, 50, 60 o 90 grados centígrados. Por mucho que lavemos las sábanas, el virus puede seguir alojado en el tejido del colchón. Para encontrar una solución a este problema, y tras semanas de trabajo, utilizaron la tecnología Viruclean, basada en la incorporación de nanopartículas de plata al tejido que neutraliza todo tipo de coronavirus, además de otras bacterias comunes. Con una carga eléctrica positiva, las nanopartículas se impregnan a las fibras textiles del colchón y cuando entran en contacto con un microorganismo que tiene carga negativa crea un escudo protector y deja de ser contagioso. De esta forma, la superficie de nuestro colchón se auto higieniza con una capacidad del 99 % para evitar que una persona que duerma se infecte por la COVID-19. La producción de este colchón ya está en marcha y su distribución se realizará íntegramente en España a través de la malagueña Distribuciones Decodescanso.

Hasta 100 euros de multa pueden ponernos si no llevamos mascarilla por la calle. Solo estarán exentas aquellas personas que tengan alguna enfermedad o dificultad respiratoria. Tyler Glaiel, desarrollador de juegos en California, ha creado una máscara fácil que se ilumina al escuchar tu propia voz y ha subido un tutorial sobre cómo crear este tipo de mascarillas. [[LINK:EXTERNO|||https://www.youtube.com/watch?v=qYHe4c4P3eo|||“He terminado mi máscara]]. No hay cables, no tengo que llevar nada en el bolsillo y puedo sonreír”, explica. Aunque sea una labor sencilla, según el propio diseñador, hay que tener especial cuidado con la tela que se utiliza para crear la máscara, ya que si la batería que utilizamos es defectuosa se puede crear un cortocircuito. Por eso, la tela debe ser ignífuga. Además, el diseñador también advierte: “No garantizo que la máscara sea segura para detener el virus. Tienes que consultar las pautas de los CDC para obtener más información”, explica en su tutorial. Así que cuidadito.

En Israel han creado una máscara que se abre de forma remota a la altura de la boca para que se puedan ingerir alimentos. Al apretar una palanca se abre una ranura para que la comida pueda pasar. La opinión pública está dividida sobre este invento. Aquí en España, pero también en otros países, ha habido iniciativas similares para ayudar a las personas sordas que tienen la habilidad de leer los labios. Por ejemplo, la Federación Vasca de Asociaciones de Personas Sordas ha estado involucrada en la fabricación de mascarillas transparentes para facilitar esa lectura. La idea es aprovechar materiales biodegradables para crear una máscara que mantiene a la vista la boca, facilitando así la expresividad.

El videojuego ‘Death Stranding’ ha inspirado a un ‘cosplayer’ para crear una cápsula hermética como protector de bebés ante el coronavirus. Una mochila y un sistema para filtrar el aire, un traje de protección y unas aperturas herméticas por las que el padre puede tocar a su bebé metido dentro de la cápsula sin que esto conlleve riesgos. Así ha sido el invento de Cao Junjie, un hombre de Shanghái que ha incorporado una pantalla que muestra la calidad del aire y, aunque aún no se sabe la certeza de su efectividad, el inventor ya se encuentra en vías de patentarlo.