El año 2020 fue un año convulso. Innegable. A partir de marzo, tuvimos que sufrir un confinamiento planetario motivado por un virus que no tuvo reparos en expandirse a gran velocidad de norte a sur y de este a oeste. Fueron meses de fiebre tecnológica, en los que la digitalización, también obligada, ayudó a la ciencia, a los estudiantes, a las personas mayores, a empleadores y empleados… Otro hecho que tampoco se puede negar.

Y tampoco podemos obviar que las redes sociales fueron una de las grandes vencedoras de la ‘nueva normalidad’, con audiencias millonarias. El informe anual que hace Qustodio (empresa responsable de una de las apps más utilizadas de control parental) sobre los hábitos digitales de los niños ha puesto sobre la mesa una realidad: Los menores entre 4 y 15 años aumentaron su presencia en redes sociales un 76 % durante 2020. Fornite, TikTok y Roblox se llevaron el gato al agua. Pasaron un 23 % más de tiempo con aplicaciones de videojuegos, un 25 % más con plataformas de vídeo online y casi un 50 % más con apps de comunicación.

El problema no es solo que los más pequeños estén ‘enganchados’ a las pantallas, también que realicen un uso seguro de esa tecnología, que su ‘aventura’ en internet no acabe mal. Y algo que comienza a molestar de las redes sociales es que lo saben todo de nosotros, da igual la edad que tenga el usuario de internet. La publicidad dirigida, el rastreo de actividad, la compra-venta de datos. ¿Está a salvo la privacidad de los niños y niñas? Parece que no tanto como algunos piensan.

Uno de cada tres internautas es un niño

Según el informe I-Spy. The billion dollar business of surveillance advertsing to kids (El negocio de mil millones de dólares de publicidad de vigilancia a los niños), un total de 820 millones de perfiles digitales de menores de edad se transmiten todos los días a empresas que se anuncian en internet. “Hoy en día, uno de cada tres usuarios de internet es un niño, pero está utilizando un entorno digital que no fue diseñado pensando en ellos. A menos que tomemos medidas activas para limitarlo, nuestra actividad diaria en la red, así como la de nuestros hijos, se registra y rastrea. Las grandes empresas multinacionales compran y venden estos datos para crear perfiles detallados que se utilizan para orientar la publicidad”. Es la conclusión que extrajo la New Economics Foundation, organización creada en Reino Unido en 1986, en su estudio publicado el pasado mes de mayo.

La llamada ‘publicidad de vigilancia’, la que está dirigida utilizando datos personales que proporcionan los sitios web y plataformas, es ahora mismo el oasis de las grandes tecnológicas, su principal fuente de monetización. En el estudio se especifican las ganancias: Alphabet, la matriz de Google y YouTube, generó más del 80 % de sus ingresos del año pasado (13.000 millones de dólares) a partir de los anuncios online. Facebook, casi 7.000 millones.

“Los niños siempre han sido identificados como particularmente vulnerables al influjo de la publicidad. La llegada de una nueva forma de dirigirse a cada individuo, con anuncios específicos basados en sus intereses o personalidad, aumenta esta vulnerabilidad”, aseguran sus responsables. Las tecnológicas argumentan que sin esta publicidad, internet no podría ser un mar donde navegar de forma gratuita, ni los creadores de contenido podrían cobrar, ni los anunciantes podrían mostrar sus productos y servicios. Pero, claro, todo a costa de la privacidad.

Los investigadores de la New Economics Foundation aseguran que este tipo de publicidad plantea cuestiones de legalidad y que estas dudas se plantean en cómo se recopilan los datos o cómo se compran cuando los niños tienen una protección legal. Destaca la fundación el hecho de que en Europa funciona el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), que en la práctica es una medida más protectora para la intimidad de los usuarios de internet. Hace tres semanas, por poner un ejemplo, se anunció que Amazon se enfrenta a una multa de 350 millones de euros tras una investigación sobre la recopilación y uso de datos personales de los internautas. Levanta la cabeza publicó recientemente la investigación de la organización europea NOYB donde aparecían al menos 500 empresas –medio centenar eran españolas– que utilizan cookies contrarias a lo establecido en el RGPD. Estas galletas digitales son archivos que guardan información de nuestra actividad en la web, hacen seguimiento de nuestra navegación y permiten la personalización de la publicidad. Las compañías están obligadas a poner de una manera clara y sencilla la forma de aceptar o rechazar esas cookies. Y no siempre ocurre.

Publicidad dirigida, ¿la mejor solución?

En el informe se detallan prácticas como la subasta de anuncios. Cuando una persona hace clic en una web, la página no viene con anuncios precargados. El sitio web primero identifica el número de espacios publicitarios a la venta y comienza a compilar las solicitudes que hay para ocupar esos espacios. Para ello recopila toda la información posible sobre el usuario y compone un perfil detallado que servirá para la subasta. El anunciante ganador no solo coloca el anuncio, también se queda con una copia de esos datos. “Este proceso de subasta ocurre repetidamente cada vez que navegamos por internet, aunque el número total de pujas que se envían a diario no son públicas”, explican. Y han calculado que cada día puede haber más de 120.000 transmisiones en tiempo real de estos anuncios. Toda esta maquinaria está automatizada mediante inteligencia artificial (IA). La fundación también sostiene que los anuncios llegan a los menores de edad de forma involuntaria, por descuido o intencionalmente.

Es interesante observar que esta publicidad dirigida no tiene por qué ser la mejor solución y que hay alternativas. En el dossier de la New Economics Foudation ponen el ejemplo de NPO, la empresa que gestiona los canales de televisión holandeses de servicio público y toda su presencia en la web. No hace mucho, decidió cambiar el modelo publicitario: los anunciantes ya no pueden dirigirse a las personas con datos que saben de ellas, sino que elige los anuncios en función de que se adapte mejor al contenido de la web en la que se hace clic. ¿Fue el apocalipsis? Pues no, sus ingresos aumentaron un 76 % en febrero de 2020 en comparación con el mismo mes del año anterior. Publicidad contextual frente a la conductual.

El pasado 3 de marzo, Google publicó la confirmación de que cambiaría su sistema de publicidad online. La fundación exige una reforma en la recopilación y almacenamiento de datos adicionales, en el uso de datos sensibles y biométricos. Y pide una prohibición total de la publicidad dirigida a los niños.