Los ciberacosadores son un virus. Lo saben muy bien 7 de cada 10 mujeres en Europa, según el Instituto Europeo para la Igualdad de Género. Y es un virus que busca ejercer el control sobre la víctima, sobre todo cuando el maltratador es la pareja. Más del 70 % de los acosadores domésticos vigilan las actividades online de las mujeres y más de la mitad rastrea los teléfonos móviles de sus víctimas con stalkerware, un software que se descarga y se instala en el smartphone y que facilita información sobre la ubicación, las notificaciones en redes sociales, los mensajes de texto o las fotos y vídeos que realiza. El enemigo está en tu teléfono. Este tipo de software, que se lanzó al mercado para servir de control parental, se han convertido en una herramienta de espionaje a la pareja de dudosa legalidad, menos todavía cuando hablamos de mujeres que sufren ciberacoso.

La Unión Europea ha decidido tomar cartas en el asunto para luchar contra el virus y pondrá en marcha el proyecto DeStalk para hacer frente a las formas más ocultas de violencia de género. “En un plazo de dos años, el equipo europeo del proyecto, formado por destacados expertos en violencia de género y ciberseguridad, desarrollará conjuntamente el contenido formativo y, a continuación, formará a los profesionales de los servicios de apoyo a las víctimas y de los programas para agresores en los servicios sanitarios y sociales. Asimismo, capacitará a los principales interesados de las autoridades regionales y gobiernos para aumentar la concienciación del público en general y tomar medidas contra la ciberviolencia”, explican los responsables de la UE. En DeStalk participan la Fundación Blanquerna, la empresa experta en ciberseguridad Kaspersky, el gobierno local de la región italiana del Veneto, Una Casa per l’Uomo, ong que trabaja con víctimas de ciberacoso, y la WWP European Network.

El stalkerware es un software disponible comercialmente que permite la vigilancia de la pareja, lo que facilita la violencia doméstica y de género, el ciberacoso y el abuso sexual, y que cuyo uso ha aumentado en los últimos años. Según datos de Kaspersky, en 2019 se produjo un aumento interanual del 67 % en el uso de esta herramienta de control en dispositivos móviles, siendo Alemania, Italia y Francia los países más afectados. En septiembre pasado, Google prohibió este tipos de apps en la Play Store.

Elena Gajotto, directora de proyectos de Una Casa per l’Uomo, ha asegurado que “desgraciadamente, el stalkerware y la ciberviolencia se suelen pasar por alto en el trabajo diario sobre la violencia de género. Actualmente no se abordan en la mayoría de los programas de tratamiento de los agresores ni en los servicios de apoyo a las víctimas, debido a la falta de formación”.

Los stalkerwares son difíciles de detectar por la persona espiada. Toda la información de su móvil llega al ciberacosador de manera automática. Es importante que la víctima esté atenta. Si su smartphone se recalienta en exceso o la batería dura menos de lo habitual puede ser un síntoma del espionaje, igual que si la mujer se entera de que su ciberacosador sabe cosas que solo ha manifestado en conversaciones privadas a través de chats o grupos de mensajería instantánea. Otros detalles que pueden hacer sospechar a la mujer es el excesivo y anormal número de ventanas emergentes que aparecen en su navegador web o si hay demasiados correos en la bandeja de spam. Quizá lo más sencillo sea consultar con algún experto en ciberseguridad para que resetee el aparato. #StopStalkerware #Levantalacabeza.