Los efectos de este fenómeno ya son palpables en el Mediterráneo, según los expertos. Como consecuencia, las playas, paseos marítimos y construcciones costeras alterarán notablemente su aspecto actual.

Los expertos insisten en que las medidas de prevención deberían ir acompañadas de la plena concienciación por parte de administraciones públicas y ciudadanos, y remarca que el cambio climático afecta con gravedad a los ecosisemas de la costa mediterránea y a la pesca.

Aunque en apariencia el incremento de un grado de la temperatura sea insignificante, conlleva que muchos animales marinos habituales en nuestros mares desaparezcan y emerjan especies invasoras. Este aumento varía la circulación oceánica, responsable de transportar el calor y el frío de unas zonas a otras.

El Mediterráneo es especialmente sensible a la acidificación impulsada por el cambio climático, que supone el aumento de la acidez del agua, debido al incremento de dióxido de carbono en la atmósfera. Esto comporta el descenso del pH del océano, que disminuye la disponibilidad de iones carbonatos, indispensables para la supervivencia de aquellas especies que necesitan generar estructuras de carbonato cálcico.

De esta manera, se evidencia también el incremento de la estratificación acuática, es decir, la dificultad para que las aguas se mezclen, lo que condiciona la disponibilidad de nutrientes. Por ello, se han registrado muchas muertes de gorgonias, unos corales que tienen problemas para sobrevivir, al igual que las algas calcáreas.

Mientras tanto, el incremento del nivel del mar modificará las playas, y el cambio de frecuencia y magnitud de los temporales producirá daños y generará problemas en las estructuras costeras, afirman los expertos. Para ellos, un ligero aumento de ese nivel puede afectar mucho al acuífero costero y generar problemas de disponibilidad de agua dulce.

Los investigadores afirman que se necesitarán ecosistemas dunares bien conformados que taponen la subida del nivel del mar y el incremento de la magnitud de los temporales, y no se debería permitir la urbanización y la destrucción de los ecosistemas costeros, por lo que proponen establecer políticas de adaptación y planificar los usos del territorio y los recursos naturales.

En su opinión, la sociedad debería realizar mucha pedagogía, cambiar el modelo económico y de movilidad, replantear su relación con el medio ambiente, apostar por energías renovables, evitar los combustibles fósiles y reducir la emisión de gases de efecto invernadero.