“No sé qué se puede hacer que no se esté haciendo, pero lo que se está haciendo no funciona”. No es un trabalenguas, es una reflexión sincera porque algo está fallando a la hora de incorporar a las jóvenes en determinadas carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). El 57 % de los titulados superiores de la Unión Europea son mujeres, pero solo el 24 % de ellas se gradúan en campos relacionados con las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y muy pocas se incorporan al sector, solo un 13 % trabajan en empleos digitales, incluso menos que hace un decenio.
En España, según datos recogidos en el Libro Blanco de las mujeres en el ámbito tecnológico, en 2017, las mujeres suponían el 53,2 % de los graduados universitarios, pero solo el 18,6 % de los graduados en estudios tecnológicos, y solo el 15,6 % de los trabajadores con perfil técnico del sector digital.
El entrecomillado que inicia este texto es de Ainara Zubillaga, doctora en Ciencias de la Educación, licenciada en Pedagogía y directora del área de Educación y Formación de la Fundación COTEC para la Innovación, y los primeros datos son del informe Women in the Digital Age, realizado por investigadores de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) para la Comisión Europea. ¿Y ahora qué hacemos? Son muchos años con la misma pregunta sobre la mesa. Se siguen aprobando proyectos, iniciativas y planes, pero la realidad es demasiado tozuda. El estudio de la Comisión Europea no se va por las ramas: “Las tendencias de los datos y el análisis cualitativo sugieren que la desigualdad de género en la esfera digital es esencialmente el resultado de la persistencia de fuertes prejuicios inconscientes sobre lo que es apropiado y las capacidades que tiene cada género, así como sobre las propias tecnologías. Por lo tanto, para hacer frente a esta situación, el cambio cultural y las iniciativas a nivel micro pueden ayudar a desarrollar el emprendimiento digital femenino”.
En Levanta la cabeza hemos charlado con Ainara Zubillaga, de Fundación COTEC, y Cristina Colom, directora de Digital Future Society (DFS)–iniciativa impulsada por el Gobierno de España y Mobile World Capital Barcelona– para comprender esta brecha de género –solo un 7 % de las mujeres se ve trabajando en el futuro en disciplinas científicas y tecnológicas– y por qué las mujeres no logran aprovechar el tirón y las oportunidades que los sectores digitales están creando en el mercado laboral.
Prejuicios, estereotipos y referentes
Superar las ideas preconcebidas se impone como una prioridad. Zubillaga admite que las mujeres no escasean en todas las titulaciones científicas –“en las sanitarias hay una importante presencia femenina”–, el problema está en las disciplinas vinculadas con tecnología y las ingenierías. “Los motivos son muchos y empiezan desde niñas por estereotipos que se transmiten en las familias, las escuelas y la sociedad. Son roles muy difíciles de eliminar. Pervive esa idea –añade la responsable de Educación de COTEC– de que si un niño es bueno en matemáticas, es que es muy listo; y si la que es buena es la niña, es que es muy trabajadora”.
Cristina Colom, de Digital Future Society, identifica la infancia como la etapa “en la que buscamos un espejo en el que mirarse para soñar y aspirar a un futuro parecido”. Y lo que se encuentran muchas niñas es un arraigado estereotipo del sector que sitúa al hombre como figura para las disciplinas STEM. “Si preguntáramos a niñas y niños de 12 o 13 años por referentes femeninos en este sector ¿sabrían darnos algún ejemplo? En cambio, casi todos respondería que conocen a Elon Musk, Bill Gates o Mark Zuckerberg”, comenta.
“Claro –apunta Zubillaga–, olvidamos que hay mujeres ocupando puestos relevantes pero que no tienden a darse tanto bombo. Somos más comedidas y mas prudentes al presentarnos públicamente porque hemos integrado que tenemos que demostrar dos veces que somos válidas y estar bien seguras de que los somos”.
Y por supuesto que hay relevantes profesionales en las grandes empresas tecnológicas. Colom cita algunos ejemplos: Anna Schleger, actual vicepresidenta de Procore Technologies y reconocida la mujer más influyente del mundo en tecnología 2020; Marissa Mayer, CEO de Yahoo e ingeniera informática que estuvo 13 años al frente del desarrollo de importantes productos de Google; o Susan Wojcicki, CEO de YouTube desde 2014, la ejecutiva más poderosa de Internet, según Time. También destaca Colom a mujeres que cuestionan cuál debería ser el uso, la ética o el impacto de la tecnología, como Carissa Véliz, miembro del Hertford College de la Universidad de Oxford –que Levanta la cabeza entrevistó no hace mucho– y autora de Privacidad es poder, un duro alegato contra la sociedad de vigilancia; o Timmit Gebru, antigua investigadora de Inteligencia Artificial Ética de Google y cofundadora de Black in IA, una comunidad de investigadores negros en inteligencia artificial.
Por su parte, Zubillaga saca a colación la figura de Frances Haugen, la exempleada de Facebook que desveló recientemente numerosos documentos internos que demostraban que los jefes del gigante tecnológico eran conscientes del daño que sus plataformas hacían a distintas capas de la sociedad y que Facebook priorizaba su beneficio económico frente al bienestar de los usuarios. “Haugen entró en el departamento de Ética de Facebook y vio que era un horror. Para mí representa cómo nosotras percibimos la tecnología. Por eso se trata de que estemos ahí. Es más fácil que nosotras vayamos hacia la tecnología a medida que ésta se desarrolle al servicio de las personas y sus necesidades”.
Visibilidad y participación en el diseño
Es cierto que se está haciendo un importante esfuerzo para dar visibilidad a aquellas científicas, tecnólogas, matemáticas e ingenieras que a lo largo de la historia y en la actualidad fueron y son protagonistas por su valía y descubrimientos, pero no es suficiente. Colom ejemplifica muy bien la necesidad de que esos referentes sean también cercanos. “Según un informe de Microsoft, realizado en 2018 y que cuenta con una muestra de 11.500 niñas de Europa, sólo el 31 % de ellas participa habitualmente en actividades extraescolares de carácter científico-tecnológico, que en su mayoría son lideradas por hombres. Es interesante observar otros datos extraídos del informe que destaca que aquellas niñas que sí tienen modelos femeninos cuya labor se desarrolla en el campo científico-tecnológico –ya sea en el ámbito familiar, en el educativo o a través de los medios de comunicación, la literatura o el cine– muestran un índice de interés en materias STEM que casi duplica el de las que no conocen ejemplos de mujeres que trabajen en este sector: un 41 % frente a un 26 %”.
Curiosamente, los sesgos se dan incluso en aquellas actividades vinculadas con la tecnología del entretenimiento puro y duro. Por ejemplo, en el mundo de los gamers/streamers los referentes también son mayoritariamente masculinos. “Primero debemos normalizar un arquetipo neutro, hemos fallado si seguimos pensando que el mundo de los videojuegos y las retransmisiones en directo es solo para hombres”, comenta la directora de DFS, que apuesta por proporcionar un diseño universal que promueva una perspectiva de género neutra que, actualmente, anula las diferencias entre usuarios e ignora por completo la diversidad”.
Zubillaga, por su parte, incide en la importancia de cómo se van transmitiendo determinados roles generación tras generación. Ella, que da clase en la Facultad de Educación, admite que de 60 estudiantes para el doble grado de Infantil y Primaria, este año solo hay un chico. “Es un ejemplo más, estamos transmitiendo que el rol del cuidado es femenino porque ve a su mamá en casa y a su profesora en la escuela y piensa que son mujeres las que tienen que hacer estas tareas. Por mucho que eduquemos en igualdad y libertad, luego llegan a casa y se dan cuenta que las cargas no están repartidas”, asegura.
Discurso sobre la tecnología
La directora de Educación y Formación de Fundación COTEC también saca a relucir, como otro de los motivos de por qué no resultan atractivas las disciplinas tecnológicas a las estudiantes, el discurso que subyace por debajo del enfoque tecnológico. En su opinión, ese discurso sigue identificando tecnología “con dispositivos y cacharros, y no se centra en la finalidad, el uso y el objetivo de esas tecnologías”. Un enfoque más social de un uso al servicio de las personas “ayudaría a romper esa brecha de género, por eso –continúa Zubillaga– la presencia de mujeres en la rama científica vinculada con lo sanitario es más relevante”.
En ese afán por lograr que la tecnología se acerque más a los intereses de las adolescentes y jóvenes, “debe introducirse la perspectiva de género desde el diseño y creación de las tecnologías digitales”, reivindica Colom. En línea con ese cambio de enfoque que expresaba la responsable de COTEC, Cristina Colom apuesta por un enfoque humanista del desarrollo tecnológico, “colocando al ciudadano en el centro para conseguir avanzar hacia un futuro digital que garantice la igualdad de género, empodere a las mujeres y las visibilice como agentes activos que ya son”. “Si se produce ese cambio de discurso –apostilla Zubillaga–, nosotras vamos solas hacia la tecnología, no necesitamos que nadie nos lleve”.
En un reciente informe de Fundación COTEC, de junio de 2021, el género no aparecía como un factor determinante para aumentar la brecha digital, pero sí lo era el nivel educativo. A mayor nivel de estudios, más posibilidades de tener habilidades digitales altas. Qué ocurre, que al no haber muchas mujeres que estudian carreras tecnológicas o no tienen profesiones vinculadas con la tecnología, entonces no ocupan posiciones de liderazgo y relevancia. Y al final se alimenta el círculo vicioso: no estudian, no están presentes en la construcción de la tecnología y se siguen manteniendo los mismos patrones y generando el mismo discurso.
Oportunidades laborales en la era digital
El estudio Women in the Digital Age para la Comisión Europea mostró que tener una educación terciaria (estudios universitarios y grados superiores de Formación profesional) aumenta la empleabilidad de hombres y mujeres, independientemente del campo. Sin embargo, el efecto de este aprendizaje cuando está relacionado con las TIC es solo positivo para los hombres. “En igualdad de condiciones, tener estudios relacionados con las tecnologías de la información y la comunicación aumenta la probabilidad de empleo para los hombres en 2 y 3 puntos porcentuales. Y para las mujeres disminuye entre 1 y 2 puntos en comparación con las mujeres con otro tipo de estudios”, reza el informe.
Por tanto, las mujeres no están aprovechando las oportunidades creadas por los sectores digitales. De cada 1.000 mujeres tituladas en educación terciaria en la UE, solo 24 son tituladas en campos tecnológicos. Otras conclusiones nada halagüeñas tienen que ver con el denominado ‘fenómeno de deserción’: las mujeres profesionales en el sector digital tienden a dejar su empleo en mayor proporción que los hombres, sobre todo entre los 30 y 44 años, la mejor edad para trabajar y desarrollarse, y también el periodo en el que la mayoría de europeas tiene su primer hijo. Según el estudio de la Universitad Oberta de Catalunya, la pérdida anual de productividad de la economía de la UE debido al abandono de los trabajos digitales es de 16.000 millones de euros.
“La carrera científica es otro melón porque el coste es mayor para la mujer en términos de vida familiar e impacto en el curriculum. Llega un momento en que tienes que elegir y eso es lo que tenemos que procurar que no ocurra”, afirma Ainara Zubillaga.
Colom remarca que las brechas salariales y las promociones son otros obstáculos para aquellas estudiantes que emprenden el camino de las carreras STEM.
Conexión entre sistema educativo y empresas
Para incentivar las vocaciones femeninas digitales tiene que existir una mayor conexión entre las opciones educativas y las demandas laborales de las empresas. Cada dos por tres las empresas se quejan de que no encuentran perfiles adecuados a sus necesidades. “Hay piezas que no están encajando, no puede ser que esto ocurra cuando las tasas de paro juvenil en España son muy altas. Está claro que hay una brecha entre el sistema educativo y el sistema productivo, los estudios que eligen los alumnos no son las profesiones del ámbito digital que se están demandando. Y esa brecha es aún mayor en las chicas”, explica la experta de COTEC.
Reforzar la presencia femenina en los ciclos de FP, crear programas de atracción de mujeres a las escuelas de negocio, aumentar el número de profesoras encargadas de impartir formación tecnológica en la universidad, así como el de empresarias y consejeras al frente de compañías tecnológicas son algunas de las soluciones planteadas por la directora de Digital Future Society. “Para atraer el talento femenino al mundo digital es necesaria la colaboración entre empresas y el sistema educativo”, sostiene Colom.
Zubillaga admite que esta colaboración se da cada vez más, “pero es insuficiente”. Al sistema de enseñanza le cuesta abrirse a los imputs exteriores y las empresas tienen que involucrarse mucho más. “La Formación Profesional y su impulso legal –comenta la especialista en educación– es una oportunidad. Todo el proceso de digitalización del país, con una necesidad de cualificaciones medias, va a venir por la FP y es ahí donde habrá que hacer un esfuerzo doble de captación de chicas para las nuevas titulaciones. Se calcula que el 40 % de la demanda de empleabilidad para la construcción de la tecnología del mañana son puestos de formación profesional”.
Para finalizar, una reflexión y un dato que la coalición internacional Alliance for Affordable Internet aporta en su último informe, titulado El coste de la exclusión. Consecuencias económicas de la Brecha Digital de Género, y que se refiere a la situación global de las mujeres en relación con las tecnologías: “las mujeres, cuando tienen acceso a Internet, consiguen cosas extraordinarias” y “los gobiernos están perdiendo cientos de miles de millones de dólares debido a la brecha digital de género. Cerrarla supondría un aumento estimado de 524.000 millones de dólares en actividad económica de aquí a un año”.