La pasión es solo una de sus muchas virtudes pero probablemente es la que más y mejor contagia. Silvia Leal es una entusiasta de la innovación, la tecnología, el liderazgo y, por tanto, es optimista por naturaleza. También sobre el futuro que nos espera. Es socióloga, presentadora, escritora, divulgadora científica e influencer de la era digital, aunque a ella le gusta más otro anglicismo, key opinion leader, que en castellano informal sería lo mismo que una experta en imaginar, con datos y base científica, hacia dónde camina el ser humano y cómo nos afectará la transformación digital. Levanta la cabeza ha pasado un rato con ella. Se nos ha hecho corto.

Hace pocas semanas se presentó el primer borrador de la Carta de Derechos Digitales del Gobierno de España ¿Deben formar parte esos derechos de la Carta Universal de Derechos Humanos? ¿Estamos preparados para lo que se nos viene encima: neurotecnología, gestión de millones de datos, privacidad, inteligencia artificial…?

Lo primero que hay que hacer es recordar por qué es importante la tecnología: nos permite comunicarnos, expresarnos, formarnos e informarnos, entre otras muchas cosas. Dicho esto, ¿deben ser o no un derecho? Pues, en mi opinión, es más que evidente que, en el siglo XXI, deberían serlo.

En 2018 afirmó: “Tengo la suerte de que me pagan por imaginar por dónde irá el mundo”. ¿Cómo lo imagina hoy, en diciembre de 2020, tras meses de pandemia?

Soy una persona muy optimista, y me gustaría decir que me lo imagino más humano, solidario, sostenible y con la crisis ya superada, pero confieso que me cuesta verlo así. Por el contrario, me preocupa que, en cuanto vuelva un poco de la ‘vieja normalidad’, volvamos a ser “los de antes” en un mundo que sí que ha cambiado, lo que podría aumentar aún más el trauma social y económico que ya tenemos encima.

Nos hemos cansado de escuchar que la emergencia sanitaria por la COVID-19 tiene algo bueno: está acelerando la transformación digital ¿Cómo ve ese acelerón en España? ¿Qué cosas buenas y malas vislumbra?

Hasta la llegada del coronavirus todos sabíamos que la digitalización era algo imparable, pero todavía había muchas empresas y profesionales que se resistían a empezar. ¡Muchas! En el caso concreto de España, el 86 % de las pymes no tenía un plan de digitalización y, por si fuera poco, tan solo un 2 % de ellas estaba preocupada por su ausencia. Unas cifras muy bajas y que contrastaban con los datos de organismos como la OCDE, desde donde advertían que un aumento del 10 % en el grado de digitalización empresarial supondría un aumento del PIB del 3,2 % –y con ello, de la producción de todas estas empresas–, a lo que habría que sumar la creación de 250.000 empleos netos adicionales. ¡Y no lo estábamos haciendo!

Por ello, soy realista y veo que hay muchas oportunidades para quienes ya se lo han tomado en serio, pero, aunque parezca mentira, todavía hay muchas organizaciones esperando a que pase el temporal, y no pasará, lo que marcará el principio del final de muchas de estas empresas.

A la par de esa transformación digital nos encontramos unas empresas buscando un propósito social en sus políticas, unos ciudadanos cada vez más exigentes, un planeta muy tocado… ¿Cuál debe ser la prioridad si hablamos de tecnología?

¿La prioridad? Desde luego, la prioridad no puede ser la tecnología, sino lo que puedo resolver con ella. Tenemos tantas y tantas cosas que resolver, que me cuesta priorizarlas. No obstante, para empezar apostaría por políticas dirigidas a asegurar la “empleabilidad” de quienes no encuentran trabajo y, por supuesto, al cambio climático… Y he elegido la empleabilidad porque hay muchas empresas buscando profesionales con competencias digitales y no las encuentran, lo que supone un lastre frente al crecimiento, por lo que creo que sería un motor de crecimiento empresarial que funcionaría muy bien.

¿Qué significa ser un e-líder? En el caso de España, los CEO (directores ejecutivos) de las empresas entienden bien qué es esto de la transformación.

Un e-lider es, según la Comisión Europea, una persona que innova con la tecnología y que además es capaz de influir sobre los demás para que hagan lo mismo o, al menos, para que no “bombardeen” las innovaciones digitales. Dicho esto, ¿cómo están los CEO? Pues hay de todo, pero es fácil comprobar que los que no trabajan así poco a poco van cayendo… De hecho, me lo decía un famoso headhunter (cazatalentos) hace unos días, estaba buscando un director general para una compañía porque el anterior no sabía ni conectarse a Zoom y había tenido que ser despedido. Y es que con el panorama actual, gente así puede salir carísima.

Se prevé que la transformación digital destruya 75 millones de puestos de trabajo, pero que cree 135 millones. Parece que el saldo sería positivo pero ¿cómo se lo explicamos a quién se va a quedar sin trabajo?

A esa persona lo que hay que explicarle es que no se puede quedar en el sofá lamentándose. Eso no arregla nada. Hoy todos nos podemos reciclar, porque hay cursos de formación gratuitos maravillosos de dos y tres meses que le pueden cambiar la vida y cada día que pasa sin aprovechar esas oportunidades es un paso hacia atrás.

Defiende la Formación Profesional como una buena elección de futuro ¿Por qué y en qué áreas puede ser más exitosa?

Hace unos meses leí en un artículo que explicaba que un joven alemán tiene hasta cinco veces más probabilidades de trabajar que un español, precisamente por la apuesta por la formación profesional. Y es que, aunque en muchos casos está altamente estigmatizada, apostar por modelos como el de la Formación Profesional Dual (modalidad que imparte la formación entre el centro educativo y la empresa) tiene mucho sentido, sobre todo en un momento en el que hacen falta personas con conocimientos pero que conozcan bien en terreno. Por ello, sin duda es una buena apuesta, aunque recomendaría sobre todo las que hacen un foco especial sobre el foco digital porque ahora mismo las carencias ahí son enormes.

El otro día publicamos un reportaje en Levanta la cabeza sobre las últimas aplicaciones de la IA en el ámbito sanitario: detección de coronavirus por el sonido de la tos, alerta de migrañas con 30 minutos de antelación, acelerar diagnósticos de cáncer… ¿Es la inteligencia artificial la tecnología emergente que más nos puede ayudar?

Cada tecnología tiene su momento y si me hubieras preguntado hace un año quizás te hubiera hablado de las maravillas de la medicina regenerativa y la fabricación de órganos, pero ahora, con una pandemia, el valor de la inteligencia artificial es brutal: una ayuda enorme en el desarrollo de la vacuna, predicción sobre la evolución de los enfermos con casos más complejos, gemelos virtuales para saber cómo funcionaría un medicamento en una persona en concreto… Creo que, efectivamente, es su momento.

¿Cómo hacer que esta IA sea más ética y justa?

La clave es concienciar a la sociedad y conseguir que la inteligencia artificial entre en el debate. La tecnología no es buena ni mala, justa ni injusta, solo hace lo que le piden que haga y si el humano que está detrás no respeta la ética ni valora la justicia, tenemos un problema.

Repite en muchas ocasiones que la vida ahora es para la gente con iniciativa pero no se nace con iniciativa. ¿Cómo pueden ayudar personas como usted, empresas y administraciones públicas?

No se nace con iniciativa, ni tampoco sin ella. El problema es que los colegios no nos ayudaron a desarrollarla mucho, al menos a mí no me ayudaron, y ahora se valora muchísimo. Y es lógico, si todo cambia y no la tienes, la vida “te come”. Por ello, es el momento de sacarla porque “es gratis” y cuando se hace poco a poco, poco a poco, acaba fluyendo y pasando a formar parte de la inercia…

Se ha definido como influencer, una persona que influye en tecnología y transformación ¿Cobra tanto como algunos influencer de moda?

Por suerte, cada vez hay más transparencia sobre el mundo de los influencers, y yo estoy en lo que llaman Key Opinion Leader, una persona que opina porque conoce bien el tema, y detrás de una opinión hay muchas horas de estudio y trabajo. Y, por suerte, hay muchos miles y miles de personas que me siguen, y que tienen en cuenta lo que digo, por lo que es parte de mi actividad profesional y de mis ingresos, algo que complemento con los libros, las conferencias y los proyectos con distintos medios de comunicación. Dicho esto ¿cobro tanto como ellos? Pues me temo que no, pero tengo un trabajo que me da una satisfacción personal increíble, y en eso les gano seguro.

Cada vez sabemos más sobre los riesgos de un uso abusivo de las pantallas ¿Cómo lo gestiona con sus hijos? ¿Qué trucos tiene para hacer una détox digital?

Tengo una niña de ocho y un niño de diez, y lo tengo muy, pero que muy, controlado. En casa hacen smartick (inteligencia artificial para las matemáticas) desde hace ya años y cuando acaban, en función a la nota, tienen unos minutos de compensación de juego. Y ahora mismo están también con mecanografía (typetopia) y con ella con un curso para aprender las tablas de multiplicar. Y en breve, aunque aún no lo saben, empezarán uno de gramática francesa (hablan francés con su padre). En pocas palabras, usan la tecnología, sobre todo para estudiar, y se lo pasan genial.

Ha reconocido que las chicas están menos concienciadas con la ciencia que los chicos ¿Y con la tecnología? ¿Hay diferencias a la hora de confiar en la tecnología, a la hora de cuidar su privacidad?

Pues verás, creo que a las chicas les enganchan más las redes sociales y todas las aplicaciones para hacerse vídeos. Y si para usarlas tienen que ceder su privacidad, pues la ceden. Y sí, creo que, al menos por lo que veo a mi alrededor, el problema es mayor, pero, nos engañemos, se da en ambos sexos.

Consumimos películas y series distópicas sin parar, y más tras la llegada de la COVID-19, y a la vez confiamos en que la tecnología nos salvará. A veces parece que debemos confiar más en las máquinas que en los humanos ¿Qué nos pasa?

Bueno, yo te confieso que hay muchos humanos de los que no me fio y las máquinas son mucho más “fáciles de ver”. ¿Qué nos pasa? Creo que, como bien indicabas, estamos un tanto perdidos, pero hay que reconocer que está siendo todo tan fuerte que ¿cómo no íbamos a estarlo?

He leído en su web que una de las ocupaciones del futuro será la de psicólogo de robots. Con la pandemia vamos a necesitar psicólogos todos.

Sí, lo dije, y tiene sentido… Ahí está la robótica social, la que se encarga de los robots que se relacionan con humanos. Y ¿cómo funciona? Aprende de la interacción. Por ello, si la relación es con un humano “problemático”, habrá que reconducirla. Por ello no tengo ninguna duda de que los habrá. ¿Se llamarán así o de otra forma? El tiempo lo dirá, pero el problema es inevitable.

Cristina Colom, directora de Digital Future Society, ha dicho en Levanta la cabeza que se necesitan sociólogos, antropólogos y humanistas en la formación tecnológica de nuestros jóvenes. Y usted ha sostenido que estas mismas profesiones, si se reciclan, pueden tener carreras preciosas y bien pagadas ¿Por qué? Póngame algún ejemplo de profesión del futuro o el presente.

La inteligencia artificial es, en pocas palabras, la tecnología capaz de imitar los procesos del razonamiento humano: analizar, aprender, entender, comunicarse, decidir... Es la razón por la que su pleno desarrollo exige la presencia de profesionales que conozcan el funcionamiento de la mente humana y que sean además capaces de replicarlo. Por ese motivo, en el futuro serán necesarios muchos expertos del campo de las humanidades y, de hecho, hoy a los mejores se los “rifan”. Es decir, entramos en una era en la que las humanidades “de toda la vida” tendrán más espacio que ahora asumiendo, poco a poco, el rol central que deberían tener siempre.

Recuerda a la IA de la película Blade Runner, que toma conciencia de su ser y lucha por vivir más al saber que tiene fecha de caducidad ¿Qué ha imaginado que todavía no se esté investigando?

Pues aquí pensarás que soy un poco heavy pero no puedo con el maltrato o abuso infantil y con todas esas noticias sobre niños que pierden su vida de forma cruel. Por ello, algunas veces me imagino un dispositivo bloqueante del criminal. ¿Te lo imaginas? ¡¡¡Congelados!!!