Insultos en las redes por el hecho de ser mujer, acceso a cuentas y dispositivos sin su aprobación, vigilancia de movimientos a través de apps, desprestigio y difamación en internet, chantaje y amenazas por canales digitales, publicación de información personal para que otros hagan daño, suplantación de personalidad, silenciamiento, difusión de imágenes de carácter sexual sin consentimiento, desinformación… El mundo digital sigue siendo un mundo hostil para las mujeres, sobre todo para las más jóvenes. Toca ahora remodelar el espacio digital para detener todas estas conductas, para erradicar los abusos en línea y crear un entorno más seguro.

Hoy lunes, 11 de octubre, se celebra el Día Internacional de la Niña. La ONG Plan International, promotora de esta fecha ante Naciones Unidas con el objetivo de reconocer los derechos da las menores, acaba de publicar un informe que asusta. Casi la mitad –el 46 %– de las 26.000 niñas, adolescentes y jóvenes entrevistadas en 26 países admitieron sentirse “tristes, deprimidas, preocupadas y con ansiedad a causa de la desinformación en línea”, según el estudio La brecha de la verdad. Cómo la información errónea y la desinformación online afectan a las vidas, aprendizaje y liderazgo de las niñas y mujeres jóvenes. Las niñas se sienten apartadas, inseguras a la hora de participar en la conversación digital, agobiadas por las noticias falsas.

Abusos online

Además de las noticias falsas, la violencia y los abusos online contra las niñas y jóvenes están por doquier en la ‘normalidad’ digital. A nivel mundial, casi el 40 % de las mujeres han informado haber sido objeto personalmente de conductas violentas en internet, según el último informe de la Unidad de Inteligencia de The Economist, que reconocía las dos caras de internet: una brinda un espacio de expresión y oportunidades a las mujeres y la otra sirve de escenario para los abusos.

La prevalencia de la violencia online contra las mujeres varía por áreas geográficas. Mientras en América Latina, África, Oriente Medio y Asia, más o menos 9 de cada 10 mujeres sufren violencia en el entorno virtual, en Europa y Norteamérica esas cifras bajan a 7 de cada 10 mujeres. “Alarmante es la situación en todo el mundo”, aseguraban los especialistas de la publicación inglesa. Los casos de abusos online alcanzan a más de la mitad de las niñas y jóvenes si observamos los datos de un estudio reciente de la Web Foundation, organización creada en 2009 por Sir Tim Berners-Lee, científico computacional conocido por ser el padre de la World Wide Web.

Entre las tácticas más utilizadas en línea contra las mujeres estaba la difamación, el ciberacoso, la creación de perfiles falsos, el hackeo y acecho, el abuso basado en imágenes y vídeos, las amenazas… Azmina Dhrodia, una de las responsables de la fundación, recordó en un artículo el pasado mes de abril que “si bien no podemos deshacernos rápidamente del sexismo que impulsa el abuso, podemos rediseñar nuestros espacios digitales y cambiar los entornos en línea que permiten que prospere esta misoginia”. Dhrodia expone casos reales de asesinatos y abusos para equiparar el espacio físico y el virtual, y así reclamar estrategias que eviten los peligros tanto en las calles como navegando por internet. “Pero este miedo no es solo algo que sentimos en los espacios físicos. El mundo digital se ha convertido en un nuevo frente en el asalto a la libertad y el poder de las mujeres. Estar en línea siendo mujer significa correr un riesgo desproporcionado de abuso. Y cuando eres una mujer de color o LGBT +, o ambos, el abuso puede ser aún peor”, denuncia.

Consecuencias físicas y mentales

Estos abusos –continúa la responsable de la Web Foundation– “no es menos grave porque ocurre detrás de una pantalla”. La suplantación de identidad, la difamación, las amenazas de violencia física y sexual, el intercambio no consensuado de imágenes, todo esto “puede tener consecuencias devastadoras para la reputación y la salud física y mental de las personas afectadas. Puede costarles el trabajo a las mujeres y dañar las relaciones”.

Si hablamos de mujeres con presencia pública en internet, los datos no son mejores. Un 98,9 % de ellas ha sufrido al menos un tipo de comportamiento violento online, según una encuesta realizada por colectivo Donestech y el grupo de investigación Antígona, de la Universidad Autónoma de Barcelona. Más del 54 % de las entrevistadas había sufrido expresiones o insultos discriminatorios o denigrantes por el hecho de ser mujer. También había accesos no consentidos a sus cuentas y dispositivos, uso de información falsa para hacer daño, amenazas y fustigamiento, y seguimiento y vigilancia de sus movimientos.

Según el Kit Contra las violencia machistas online del colectivo Donestech, hay que empezar por priorizar y utilizar navegadores, buscadores, cifrados de correos, apps de mensajería o extensiones alternativos que protejan mejor la privacidad. Después hay que activar autenticaciones de doble factor en las plataformas digitales para evitar accesos no consentidios, denunciar y visibilizar los casos de ciberabuso, compartir listas de usuarios bloqueados por sus comportamientos contra las mujeres, reportar los casos de difusión no consentida de imágenes y vídeos sexuales a las plataformas, y crear comunidad digital prestando y recibiendo apoyo.

Desde el Observatorio Nacional que estudia el impacto de la Tecnología en la Sociedad (ONTSI) pretenden identificar “las medidas de protección que se pueden poner en marcha ante fenómenos sociales como el abuso, el acoso o la sextorsión. Las jóvenes padecen en mayor proporción estas situaciones y a su vez sufren un mayor impacto emocional fruto de las mismas. Es fundamental conocer esta realidad social y detectar las mejores prácticas que se dan en estos entornos para proponer acciones específicas que sirvan para proteger a las niñas, que siguen siendo más vulnerables también en el espacio digital”, explica Lucía Velasco, directora del Observatorio, organismo que depende de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial.

Levanta la cabeza ha preguntado a cuatro mujeres –todas ella vinculadas profesionalmente con el mundo de la tecnología– cómo diseñar ese espacio digital seguro para las mujeres, especialmente para las niñas:

Esther Paniagua: “Hay que estandarizar el procedimiento de denuncia de acoso online”

Esther Paniagua
Esther Paniagua | Xavi Torres Bachetta

Hay que remontarse a los orígenes de internet para entender la envergadura del problema. La red de redes nació dominada por hombres. Las plataformas y espacios donde estamos presentes online se han diseñado en una cultura hostil a las mujeres, donde éstas solo se ven como un añadido. A menudo se las intenta expulsar o acallar sus voces –en especial a las periodistas– a base de comentarios despectivos sobre su imagen o de amenazas de todo tipo.

Revertir esto pasa por facilitar espacios digitales más sanos y cívicos para todos. Necesitamos un set diferente de interacciones online que permita a las personas controlar sus datos, llevarlos adonde quieran (y revocar el acceso a ellos) y trasladar sus contactos de una plataforma a otra. Otras medidas pasan por ofrecer ajustes de privacidad y seguridad altamente personalizados, y por facilitar herramientas de automoderación que permitan a las comunidades en cada plataforma prohibir por sí mismas el comportamiento incívico.

Además, es clave dejar de perpetuar estereotipos a través de las herramientas digitales, como por ejemplo con los asistentes virtuales. También es necesario estandarizar el procedimiento de denuncias de acoso en plataformas online y apps. Que este proceso sea en todas el mismo y que incluso se puedan realizar denuncias que apliquen a varias plataformas al mismo tiempo, y no solo a una.

Eso en cuanto a los entornos y aplicaciones ya existentes. Por otra parte, necesitamos nuevos espacios que sean respetuosos por diseño. Incorporar mecanismos de obligado cumplimiento para desarrollar aplicaciones y programas no discriminatorios, cuestionando desde su propia concepción si contienen algún tipo de sesgo o cómo podrían usarse para acosar o maltratar. Por ello es importante hacer obligatorias las auditorías durante todo el proceso y las evaluaciones externas.

Por último, hay que incentivar, apoyar y financiar el emprendimiento femenino para acelerar la incorporación de la perspectiva de género online. Gracias a herramientas como Block Party, creadas por mujeres, hay cosas que están cambiando. De ahí sacó Twitter su opción de permitir que las personas limiten quién puede responder a sus tuits, algo que debería extenderse a todas las redes sociales.

[Esther Paniagua es periodista especializada en tecnología y autora de Error 404. ¿Preparados para un mundo sin internet? (Debate, 2021)].

Laura Cuesta: “Un ecosistema digital seguro requiere planes educativos y canales de denuncia fáciles y rápidos”

Laura Cuesta.
Laura Cuesta. | Levanta la cabeza

Sabemos que el acoso en el caso de los menores ha existido siempre, pero durante los últimos años se ha visto incrementado, como así lo refleja el estudio de la Fundación Anar y Mutua Madrileña, por la extensión en el espacio digital. Y así, a partir de los 13 años, un 36’5% de los casos de bullying ya es por ciberbullying.

Lo más llamativo de este estudio es que de todos los casos de acoso escolar a través de internet, un 70 % de las víctimas de ciberbullying son chicas. Las niñas y adolescentes son insultadas, amenazadas y, en algunos casos, se llegan a difundir fotos o vídeos suyos de carácter erótico o sexual. Prácticamente todas sufren algún tipo de secuela psicológica como ansiedad o depresión, o incluso en los casos más graves, intentos autolíticos.

¿Y cómo podemos salvaguardar su bienestar físico y psicológico? Sin duda, la prohibición de smartphones en los centros educativos o la implantación de cámaras de videovigilancia no son medidas efectivas. Necesitamos, por un lado, hacer más hincapié en los planes educativos y de valores tanto en la escuela como en la familia, y, por otro, desarrollar soluciones efectivas para que las plataformas tengan sistemas de verificación real de la edad para el acceso a las mismas, y que no utilicen fórmulas donde prime el anonimato en las conversaciones, ya que son las aplicaciones más utilizadas, por ello, para acosar.

Pero para conseguir un ecosistema digital seguro parta niñas, adolescentes y mujeres, debemos, además, dotarles de medidas legales para que, de una forma fácil, rápida y accesible, puedan denunciar cualquier acto de violencia que sufran en la red, y que estos no queden impunes ni de cara a las grandes tecnológicas ni a la justicia de su país.

[Laura Cuesta es profesora de Cibercomunicación en la Universidad Camilo José Cela y responsable de contenidos digitales del Servicio de Prevención y Tratamiento de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid].

María Lázaro: “El entorno digital no pueda amparar el anonimato: el acosador debe saber que si delinque, existe la posibilidad de ser identificado

María Lázaro Ávila.
María Lázaro Ávila. | Levanta la cabeza

Para responder a esta pregunta es necesario acometer de forma integral las dos cuestiones que se mencionan en el enunciado: la necesidad de reducir la violencia de género contra las mujeres y la necesidad de mejorar los espacios digitales (y especialmente las redes sociales) para evitar abusos y discursos de odio. Como “paraguas” común a ambos planteamientos está la importancia de educar: educar en la igualdad, el respeto, la tolerancia, inculcar estos valores de forma transversal en todos los ámbitos (escolar, familiar, institucional) para que impregne la sociedad.

Resulta significativo que en España se ha duplicado en cuatro años, desde 2017 a 2021, el porcentaje de jóvenes entre 15 y 29 años que niegan que la violencia de género exista y consideran que es “un invento ideológico”, según un estudio de la Fundación FAD. También ha aumentado la opinión de que la violencia es inevitable, que es habitual y que, si es de poca intensidad, no supone un problema. Esta es la primera línea de batalla que hay que combatir, a todos los niveles.

En el entorno digital se ha llegado a plantear que la creación de espacios seguros para las mujeres podría lograrse cambiando los nombres de usuario, haciendo las cuentas privadas o evitando hablar de determinados temas. Estoy en completo desacuerdo con estas opciones, que solo conducirían a reducir aún más la presencia digital de las mujeres, acallar su voz, minimizar su relevancia y en definitiva, arrinconarlas. Es preciso que las mujeres visibilicen su presencia digital, y no al contrario.

He aquí ocho propuestas para lograr que el entorno online sea también un “espacio seguro” para las mujeres:

  • Desarrollar más herramientas y funciones que faciliten a las mujeres, y los usuarios en general, tomar el control sobre quién y cómo puede interactuar online con ellas y ellos.
  • Obligar a las plataformas a reconfigurar sus algoritmos para limitar, reducir y retirar mensajes que constituyan delito: en España, el Código Penal tipifica en el artículo 169 el delito de amenazas; el 172, el de coacciones; el 172 ter, el de acoso; el 173, el de trato degradante; el 197.7, el de difusión sin consentimiento de imágenes audiovisuales íntimas; el 205, el de calumnia; el 208, el de injurias; el 243, el de extorsión… Son delito, y las plataformas sociales no pueden, no deben, constituirse en caja de resonancia.
  • Agilizar los procesos judiciales para que estos delitos puedan ser velozmente sancionados, especialmente cuando las víctimas son mujeres. El entorno digital no puede amparar la impunidad.
  • Habilitar los procedimientos para que, en caso de delito, el entorno digital no pueda amparar el anonimato: el acosar/abusador debe saber que si delinque, existe la posibilidad de ser identificado.
  • Abrir canales rápidos de denuncia cuando se produce un delito online contra las mujeres.
  • Promover iniciativas que impulsen la visibilidad de las mujeres en el entorno digital. No estás sola, sino acompañada. Asociaciones, plataformas online, hashtags, pueden contribuir a ello.
  • Fomentar acciones y conexiones en red que potencien la defensa mutua cuando en el entorno digital se produce una situación de abuso y acoso contra las mujeres: si atacan a una, nos defendemos todas.
  • Favorecer la incorporación de más mujeres en los procesos de diseño, creación y desarrollo de productos digitales, plataformas online y redes sociales, para abordar la perspectiva de género desde la propia concepción. También, en la dirección de empresas tecnológicas y en el emprendimiento digital.

[María Lázaro Ávila es docente, bloguera y autora de ‘Redes sociales y menores. Guía práctica’ (Anaya Multimedia)].

Anna Plans: “La mayoría de los menores están desamparados ante un entorno hipersexualizado al que pueden acceder a golpe de clic

Anna Plans.
Anna Plans. | Levanta la cabeza

La creciente erotización de nuestro entorno y ciertos estereotipos femeninos dificultan el avance social de la mujer, pues incrementan la violencia de género. Según el informe sobre la Sexualización de las niñas (2012/22047 INI), esta situación contribuye al aumento de los abusos sexuales y favorece también las conductas sexuales agresivas y de violencia en general. Además, el mundo online de las redes sociales y de los servicios de mensajería instantánea –como WhatsApp y Telegram, entre otros– facilitan situaciones de control, así como la exigencia del envío de imágenes o vídeos sexuales explícitos, usando la coacción, el chantaje u otras amenazas.

La exposición que supone la hipersexualización es especialmente dañina para las menores, concretamente para el desarrollo de su autoconcepto y autoestima. Sus consecuencias están relacionadas con algunas de las fragilidades contemporáneas: anorexia, bulimia, depresión, fobia social, autolesiones, e incluso suicidio. Así mismo, una baja autoestima puede propiciar la elección de amistades o parejas tóxicas. Una de estas evidencias son las cifras crecientes de violencia machista ejercida por menores y el porcentaje de jóvenes entre 15 y 29 años que consideran aceptable, e incluso inevitable, el control abusivo por parte de su pareja. Dicha violencia se ejerce primordialmente a través de las redes sociales: control de contactos, de la actividad en los chats y los ‘me gusta’; observación de si están o no en línea en WhatsApp, el compartir la geolocalización o las contraseñas de acceso a cuentas.

Otro dato muy preocupante, y que está relacionado con el sexting coercitivo y sus consecuencias, es el incremento de delitos de grooming, (adultos que se acercan a menores en redes para satisfacer sus deseos sexuales). Han subido un 400 % en siete años (entre 2009 y 2016).

A mí parecer, se hace muy conveniente el compromiso de todos los actores: políticos, medios de comunicación, escuelas y, principalmente, las familias. Es prioritario que los legisladores aprueben medidas para proteger a la infancia. La mayoría de los menores están desamparados ante un entorno hipersexualizado al que pueden acceder a golpe de clic. Por eso, es importante exigir a los que pueden fomentar leyes que hagan su trabajo. Por ejemplo, un menor de 14 años en España, según el art. 13 del Real Decreto 1720/2007, de 21 de diciembre, no puede abrirse una cuenta en una plataforma digital sin un consentimiento paterno o materno. Por esta razón, es básico exigirles que adopten medidas para cumplir el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) aprobado en la Unión Europea.

En cuanto al ámbito pedagógico, es preciso sumar más recursos para conseguir una alfabetización digital. En este sentido pienso que, si la infancia crece ejercitando el pensamiento crítico, se podrán evitar muchos abusos. Pero también es fundamental la formación de familias y educadores.

Queremos cuidar su intimidad desde la infancia, generando espacios de privacidad sanos: es vital no sobreexponerles. En lugar de eso, hemos de valorarles por lo que son, resaltar sus habilidades y quitar importancia a sus atributos físicos. Un joven que se sienta querido será capaz de tratarse bien a sí mismo, sin necesidad de exhibirse, estimándose por lo que es. Eso le capacitará para mantener relaciones sanas con sus semejantes; lo que le facilitará una vida mucho más feliz.

[Anna Plans es activista pro-derechos del menor y experta en marketing digital. Participa en la Fundación Aprender a Mirar].