Eligieron noticias falsas conectadas con la realidad de esas que pueden llegar a hacer gracia. Estamos en agosto de 2020 y no era un buen momento para lanzar bulos que enervasen aún más a unos ciudadanos hastiados por un virus que había cambiado sus vidas. Por si fuera poco, la vida política no necesitaba más sobresaltos: Vox anuncia una moción de censura, el Black Lives Matter sigue en aumento, Trump se hace el duro, el rey emérito dice que se va de España… y los españoles de a pie solo querían unos días de descanso. Pues bien, este escenario de alarma social era el más propicio para conseguir que una mentira llegase hasta el último rincón de las redes sociales y de nuestra mente. Los promotores del Proyecto Culebras no quisieron echar más leña al fuego y para su experimento crearon cuatro fake news intrascendentes para poder medir su impacto y analizar su vida útil: ‘Una actriz española, protagonista de Spider-Man 3’, ‘El chimpancé Gogo juega al Fornite’, ‘El reguetón encumbra al español como idioma musical’ y ‘Proyecto para leer la mente de lo trabajadores’.

Lo primero que demostraron los investigadores de la consultora Torres y Carrera, en colaboración con profesores de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, es que es factible generar conversación en redes sociales en torno a una noticia falsa y que se puede implicar a los usuarios mediante el lanzamiento de retos. Vamos, que es fácil colar bulos. Para el Proyecto Culebras se utilizaron contenidos orgánicos (sin coste) y patrocinados (pagados) que se lanzaron desde perfiles creados y también por influencers que colaboraron en el experimento. El nivel de alcance y engagement (grado de interacción que consigue una cuenta con sus seguidores) de las noticias falsas varió dependiendo de la noticia y su formato. Por ejemplo, los contenidos que iban acompañados de fotomontajes, gifs, vídeos o enlaces a vídeos funcionaron mejor. En el caso de ‘Una actriz española, protagonisa de Spider-Man 3’, la tasa de engagement superó el 17 %, con más de 19.000 interacciones.

Para esta noticia falsa contaron con la ayuda de dos influencers y la inversión de 100 euros en Twitter para amplificar su difusión. La campaña fue lanzada días después de la celebración del Comic-con, el mayor festival de cómics del mundo, que este año era por primera vez virtual y gratuito. Se creó el perfil ficticio de una chica gallega amante de la ciencia ficción adaptando su biografía y elementos gráficos del perfil en Facebook y Twitter. A lo largo de un mes, colocó tres posts a la semana usando etiquetas creadas ad hoc. En Facebook no resultó pero en Twitter tuvo casi 3.000 visitas al perfil y un alcance total de más de 108.000 impresiones. La reacción se situó entre la incredulidad y los usuarios que aportaban incluso nombres de actrices españolas candidatas al papel.

Otra de las conclusiones es que la participación de los medios de comunicación ya no es indispensable para la creación de conspiraciones o teorías que ponen en entredicho los datos previamente demostrados. Cualquiera puede convertirse en medio de comunicación y en superdifusor de bulos. Y hay campañas con motivos espurios que utilizan ejércitos de bots, como ha pasado en las últimas elecciones de EE.UU. Los responsables del Proyecto Culebras han demostrado que una persona, partido o empresa puede lograr más de 250.000 impresiones de su noticia falsa con una inversión que no supera los 250 euros.

Morbo y emoción

El confinamiento provocó un aumento de las horas dedicadas a los videojuegos. Y justo a finales de agosto se lanza la nueva versión del Fornite, uno de los juegos de moda entre los adolescentes. En ese contexto, el Proyecto Culebras montó un perfil falso para medir el impacto del bulo que aseguraba que un chimpancé era capaz de jugar al Fornite y enfrentarse a un humano. Un joven español residente en Miami trabajador de un centro de animales dedicado al cuidado de chimpancés en cautiverio lanzaría la noticia falsa. Era el supuesto entrenador del chimpancé gamer. Se analizaron las noticias vinculadas con habilidades de los primates, se identificaron hashtags y perfiles vinculados a la temática para interactuar y generar conversación. Y hasta se lanzó un reto a los usuarios dispuestos a enfrentarse a Gogo, el chimpancé experto en Fornite. El desafío mostró el morbo por vencer al animal y hubo usuarios que mostraron su disposición a jugar contra Gogo. Se produjeron centenares de impresiones y la interacción de otros usuarios. Y se volvió a demostrar que Facebook no es el lugar más indicado para la difusión de bulos.

Donde no se utilizó contenido pagado fue en la difusión de la noticia que aseguraba que el español se había convertido en el idioma más escuchado en la música pop en el mundo gracias al reguetón. Esta vez, el perfil falso era el de Teresa Gómez, joven de 25 años dedicada al baile, amante del reguetón y fan de destacadas estrellas de este género musical. El objetivo era conocer el comportamiento de los usuarios sin el apoyo de acciones pagadas. El tuit con mejores métricas obtuvo un alcance de 319 impresiones y 38 interacciones.

En todos los casos, el cierre de la campaña incluía desvelar que todo era un experimento social y desmentir la información falsa. Entre sus conclusiones, los investigadores han comprobado que las fake news adquieren mayor recorrido fuera de las redes sociales, sobre todo en grupos de mensajería instantánea –por ejemplo, WhatsApp–, donde su rastreo es más difícil y su amplificación, más sencilla. También han visto que las plataformas no suelen verificar la veracidad de las informaciones excepto si las palabras clave son COVID-19, política, elecciones, etc…

Lo cierto es que para dar respuesta a tanto bulo es fundamental la acción de cuatro actores principales, según el estudio: los ciudadanos como individuos/usuarios que consumen y distribuyen información; las grandes empresas tecnológicas, verdaderos amplificadores de los bulos; los medios de comunicación tradicionales, y los gobiernos. Los expertos proponen que los Estados refuercen la democracia convirtiendo la desinformación en un reto al mismo nivel que la ciberdelincuencia; que las empresas tecnológicas ahonden en la verificación de la información y en el control de los perfiles falsos para limitar la reproducción de mensajes masivos falso; y que los ciudadanos estén más preparados para detectar bulos y no reenviarlos. “No reenviemos o generemos informaciones que nos planteen dudas, seamos activistas de la corresponsabilidad del acto comunicativo, el cual conlleva dos tiempos: escucha /lectura y respuesta”, concluye la investigación Proyecto Culebras. La génesis de la posverdad. La semana pasada os contamos una iniciativa surgida en Singapur para alfabetizar digitalmente a los niños y niñas y que sean capaces de localizar las noticias falsas.

La guerra de los mundos y las serpientes de verano

Los bulos no son un invento de esta era digital. Es verdad que su uso a gran escala se produce en el siglo XX. Solo tenemos que recordar al nazi Goebbels, amo de la desinformación como estrategia para engañar a propios y extraños. Hoy sabemos que las noticias falsas se difunden a una rapidez inusitada, un 70 % más rápido que las noticias veraces, según recuerda el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Las redes sociales tienen una capacidad de viralización incontestable. Y en este panorama tenemos que movernos. Según Xurxo Torres, director general de la consultora Torres y Carrera, el Proyecto Culebras tiene dos antecedentes. El primero, la dramatización de La guerra de los mundos dirigida e interpretada por Orson Welles hace 90 años. La emisión advertía de una invasión marciana. Fue escuchada por 12 millones de personas y un año después de la emisión, más de 1 millón seguía creyendo la historia. Y eso a pesar de que en varios momentos el presentador avisó de que era una ficción. El segundo antecedente lo tenemos en las ‘serpientes de verano’, esas historias inverosímiles que se cuelan en los medios de comunicación, sobre todo en la época estival. La última la tuvimos este verano con la supuesta aparición de una pantera negra en los campos de Granada. “El Proyecto Culebras es hijo de marcianos invasores y de criaturas avistadas entre las brumas escocesas [en referencia al monstruo del lago Ness]. Navegamos hacia procelosas aguas falsas”.